19 noviembre 2008

Cuidados paliativos

Bueno, pues creo que, tras mucho pensarlo, he tomado la decisión. No me apetece administrar cuidados paliativos al enfermo cuando, a todas luces, padece muerte clínica. La vida de este blog ha llegado a su fin. Las puertas del castillo de Lord Brithuss se cierran para siempre.

Para que un blog tenga éxito es necesario estar muy encima de él, mantenerlo siempre atendido, como un exhuberante jardín. Tengo tiempo para hacerlo, aunque no demasiadas ganas ni ideas. Y, siendo honesto conmigo mismo, creo que esta etapa virtual ha terminado.

cerrado

Han sido tres largos años, con más de cien artículos de las más heterogéneas temáticas y casi ocho mil visitas - muchas para un humilde juntaletras desorganizado como un servidor -. He hecho amigos y me he divertido, sobre todo porque me he dado cuenta de hasta qué punto me gusta escribir. De hecho, seguiré haciéndolo, aunque con intención de ganarme el pan al mismo tiempo. Quién sabe, quizás hasta inicie otro blog, con otro nombre, con otra temática, en otro lugar, en otro momento... Quienes me conocen se enterarán, a pesar de todo. Tan sólo me queda daros las gracias a todos y dejar, como mudo testimonio de este período, mis desvaríos escritos, a los que podéis acceder desde el archivo. Ahora, como siempre, os deseo salud y buenos alimentos, hermanos.

Lord Brithuss

24 agosto 2008

Retrato preventivo

Muchos de los que me conocen me acusan de ser un antiguo, un excéntrico o un amante de lo "rancio", sólo por el gusto de llevar la contraria. No descarto que en algunas ocasiones tengan razón. Sin embargo, en algunos casos - como el que me ocupa ahora - creo que pocos podrán discutirme que algunos temas musicales, con más de medio siglo de historia, conservan el brillo de las cosas bien hechas y del auténtico arte en comparación con los productos de consumo seriados de la actualidad.

Veamos si no este conocido ejemplo: Se trata de uno de los tangos clásicos más populares, "Cambalache", compuesto por Enrique Santos Discepolo e interpretado con maestría por estrellas de cuando el cine era en blanco y negro, como Carlos Gardel, entre otros, quienes llegaron a convertirlo en inmortal. Además de la pátina de desgarro y sabor agridulce que acompaña siempre al tango, esta pieza en particular posee la fuerza de la clarividencia, que supo retratar de manera certera y magistral la esencia de un siglo XX que no cambió en las décadas posteriores y que terminó por contagiar al siglo XXI, convirtiéndolo en otro "merengue" infame en el que debemos debatirnos a diario. La lectura atenta de la letra no puede más que asombrarnos por su aplastante sentido común y sus atinados diagnósticos, fiel reflejo de la actualidad a pesar de los años transcurridos. Así de repugnante es la condición humana, qué le vamos a hacer.

Les dejo una muestra del tango interpretado por otro galán de época, Julio Sosa. Aunque su versión difiere ligeramente de la letra, la esencia del tango permanece intacta.

Julio Sosa - Cambalache
   
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Que el mundo fue y será una porquería
ya lo sé...
(¡En el quinientos seis
y en el dos mil también!).
Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
valores y dublés...
Pero que el siglo veinte
es un despliegue
de maldá insolente,
ya no hay quien lo niegue.
Vivimos revolcaos
en un merengue
y en un mismo lodo
todos manoseaos...

¡Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor!...
¡Ignorante, sabio o chorro,
generoso o estafador!
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
¡Lo mismo un burro
que un gran profesor!
No hay aplazaos
ni escalafón,
los inmorales
nos han igualao.
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
¡da lo mismo que sea cura,
colchonero, rey de bastos,
caradura o polizón!...

¡Qué falta de respeto, qué atropello
a la razón!
¡Cualquiera es un señor!
¡Cualquiera es un ladrón!
Mezclao con Stavisky va Don Bosco
y "La Mignón",
Don Chicho y Napoleón,
Carnera y San Martín...
Igual que en la vidriera irrespetuosa
de los cambalaches
se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remaches
ves llorar la Biblia
contra un calefón...

¡Siglo veinte, cambalache
problemático y febril!...
El que no llora no mama
y el que no afana es un gil!
¡Dale nomás!
¡Dale que va!
¡Que allá en el horno
nos vamo a encontrar!
¡No pienses más,
sentate a un lao,
que a nadie importa
si naciste honrao!
Es lo mismo el que labura
noche y día como un buey,
que el que vive de los otros,
que el que mata, que el que cura
o está fuera de la ley...

12 agosto 2008

La edad de la ¿inocencia?

Muchas veces recordamos nuestros tiempos de la infancia y los añoramos. Y con razón. Solamente cuando somos unos mocosos inocentes – en apariencia, al menos – somos capaces de ver lo absurdo que es el mundo de los adultos y lo poco perspicaces que nos volvemos con la edad. Si todos nos mantuviéramos en ese estado mental permanente desde el primer hasta el último día de nuestras vidas, probablemente, el mundo sería diferente. Y si no, vean algunos ejemplos – reales, todos ellos, nada de chistes ni chascarrillos inventados –.

Eso de compartir las responsabilidades en el hogar está muy bien, pero hay quien tiene las cosas claras desde el principio, como Carlota, de 5 años. Los padres de Carlota se fueron a China de vacaciones, así que ella se quedó con su abuela. Cuando volvieron, lo primero que dijo Carlota nada más verlos fue: 'Ahora tenéis que tener otro niño, y así, en el siguiente viaje, nos vamos los tres y el pequeño es el que se queda con la abuela'

El mundo da la madre Naturaleza está plagado de misterios para los pequeños, como le ocurre a Hugo, de 4 años. Las explicaciones de los adultos no siempre aclaran las cosas. Hugo preguntó a su madre: 'Mamá, ¿cómo salí de tu barriga?'. Y su madre le respondió: 'Pues primero salió la cabeza, después los hombros, luego el cuerpo y al final las piernas'. Y dijo Hugo, asustado: 'Mamá, ¿pero es que salí destrozado?' Algo parecido le sucedió a Marta, de 4 años. Había oído hablar a su hermano mayor de que el hombre venía del mono, así que le preguntó a su madre: 'Tú, mamá, cuando eras mono.. ¿ya llevabas gafas?'

A veces, el sentido práctico de los enanos supera con creces al de los mayores, como en el caso de Nacho, de 6 años. Una mañana, cuando su madre lo despertó para ir al cole, le dijo Nacho: 'No quiero ir más al colegio. Bórrame'. La madre le contestó: 'Pero si ya no te puedo borrar, tienes que ir todos los días'. Nacho, con cara de asombro, preguntó: '¿Es que me habéis apuntado con boli?' Y es que el mundo de la escuela es complejo, sobre todo cuando hay alumnos que “se tiran el rollo”, como le pasó a Manuel, de 3 años. En la escuela infantil a la que va Manuel también hay bebés. Un día estaba mirando cómo uno de 10 meses pasaba las páginas de un cuento mientras balbuceaba sin parar, y le dijo a su profesora: 'No me gusta nada cuando lee en inglés'

En este mundo globalizado, la fama golpea a todo el mundo. Es normal que muchos famosos quieran permanecer desapercibidos, aunque no siempre se puede. Y si no pregúntenle a Alan, de 3 años. Iba con su madre en el metro de Barcelona cuando subió un chico negro. Alan miró a su madre y le dijo emocionado: 'Mira, mamá, ¿quién es?'. Su madre le contestó 'No sé, Alan'. Pero él insistió: 'Que sí, mamá, ¿quién es?'. Alan, al ver que su madre no contestaba, le dijo gritando: '¡¡Mamá!! ¡¡¡Eto'o!!!'

Muhcos papás se quejan de que sus hijos no tienen consideración con ellos. Y no siempre es así. Para ejemplo, el de Marta, de 3 años. Una noche, mientras todos dormían, Marta se acercó a la cama de su madre y le dijo: 'Mamá, mamá he hecho pipí, pero no he tirado de la cadena para no despertarte, ¿vale?' Y también se preocupan por la salud de los padres, eso sí, desde un punto de vista particular, como Claudia, de 4 años. El padre de Claudia se agachó para atarle los zapatos, y la niña, al verle la coronilla sin pelo, exclamó alucinada: '¡Papá, tienes carne en la cabeza!'

Casos como el de Daniel, de 5 años los he visto en muchos periodistas adultos. Daniel estaba demostrándole a su madre que ya sabía deletrear palabras, como 'veterinario', así que empezó a decir: 'B, e, t'. Su madre le corrigió: 'No, Daniel, B no, V'. Y el niño respondió'¡Sí, hombre, uveterinario va a ser!' A veces, los padres hacen preguntas bastante tontas, como la madre de Isaac, de 4 años. Isaac iba corriendo, tropezó con su hermanita y la tiró al suelo. Su madre le dijo: 'Isaac, ¿qué le tienes que decir a tu hermana?'. E Isaac respondió: 'Que se aparte'

El sentido común de los pequeños es, casi siempre aplastante. David, con 5 años se mostraba muy precoz y les dejó las cosas claras a los suyos a la primera oportunidad. Un día les dijo a sus padres: 'Y vosotros, cuando yo tenga novia, ¿dónde vais a vivir?' . Y no crean que es caso único, que precoces hay en todas las casas. Hace un par de meses decidieron hacerle a Pedro, de 4 años, el carné de identidad, que le llegó hace un par de semanas. Cuando su madre se lo enseñó a Pedro y le dijo que era su carné, él dijo: 'Ay, qué bien, ahora ya puedo conducir'

En otras ocasiones, las afirmaciones de los niños son tan enigmáticas que asustan por lo críptico. Cuando a Julia, de 3 años le dijeron sus padres que iba a tener un hermanito, ella dijo: ''Qué bien, pero ¿quienes van a ser sus papás?

Niños Todas estas y muchas más frases por el estilo pueden encontrarlas en la obra “Frases célebres de niños”, obra de Pablo Motos, quien las recoge semanalmente en el programa de TV “El Hormiguero”, emitido en Cuatro. Es una lectura recomendable para todos. Agradezco a Maitane que me las hiciera llegar por escrito. Si conocen alguna frase más... ya saben... al apartado de comentarios o al correo electrónico brithusbitacorae@gmail.com.

Como una ensalada de pimientos

Ficha técnica Taken

Ttítulo original: Taken

Título: Venganza

Director: Pierre Morrel

Guión: Luc Besson, Robert Mark Kamen

Intérpretes: Liam Neeson, Famke Jansen, Leland Orser

Sinopsis y crítica

Bryan (Liam Neeson) es un ex agente de la CIA que ha dejado su arriesgado trabajo para estar más cerca de su hija, a la que adora, a pesar de que su matrimonio es cosa del pasado. Bryan trata de recuperar el tiempo perdido, "compitiendo" con un nuevo padre millonario, una ex mujer resentida y luchando contra un proteccionismo casi enfermizo hacia su pequeña, como le sucede a muchos padres.

A regañadientes, da su consentimiento para que su hija, menor de edad, se marche de viaje al extranjero con una amiga, aunque no deja de agobiarla con consejos sobre lo que debe y no debe hacer, sobre no perder el contacto con su familia en ningún momento, etc. Recién llegadas a Francia, las dos jóvenes son secuestradas por una organización mafiosa de la Europa del Este, dedicada a la trata de blancas. Bryan hará uso de todos sus conocimientos y habilidades para rescatar a su pequeña de las manos de sus captores, cueste lo que cueste, en una lucha contra el reloj.

Neeson

Los aficionados al cine sufrimos cuando llega el verano, porque rara vez encontramos una propuesta mínimamente interesante en las pantallas. No es de extrañar que casi todos esperásemos mucho de esta película, avalada, en principio, por un actor principal de probada solvencia y un guionista responsable de peliculones como "León, el profesional". El director, Pierre Morrel, ya ha demostrado su capacidad para sacar adelante películas del género como hizo con "Distrito 13" que, si bien no puede batirse el cobre con las producciones americanas de tú a tú, sí que deja el lístón en un lugar más que digno.

En este caso, no obstante, bien porque las expectativas son demasiadas o porque todo buen escribiente hace alguna vez un borrón, la película deja más sinsabores que otra cosa. No por tratarse de una producción de serie B - a pesar de los nefastos vaticinios del título y el cartel, nada prometedores -, sino por tratar de vendernos como creíble una historia que hemos visto repetida sin descanso a lo largo de la historia del cine, carente de elementos originales y sin que aporte nada en particular.

A pesar de ello, algunos críticos se han empeñado en dotar a la cinta de unas cualidades que no termino de ver claramente, con probabilidad porque, por mucho que lo intenten, se sostiene apenas con un par de nombres conocidos como gancho, sin contar con excesivos argumentos reales que nos salven del tedio estival. El padre / espía / héroe súper protector, que llega al límite por su niña, los malos sin escrúpulos y un escenario cuasi bélico en el corazón de la "vieja Europa"... no evitan cierta mueca de incredulidad y un regusto, como de pimientos, a causa de una trama mil veces vista y machacada. Si es con producciones "facilonas" como esta con las que las grandes compañías quieren "salvar" la temporada y hacer caja... mal vamos. Se puede pasar el rato, pero es muy "del montón".

Nota: 4,5

10 agosto 2008

Nunca sabes cuándo

No puede decirse que el vídeo  - un anuncio comercial para televisión - sea nuevo, ni mucho menos. De hecho es del año 2006. Sin embargo, lo cuelgo porque, al volver a verlo esta mañana, me ha movido "algo". Imagino que de eso se trata, al fin y al cabo, además de vender, obviamente. Sorprende, además, la delicadeza del spot y la originalidad de la idea, máxime si tenemos en cuenta que la marca ha plagado de estereotipos agresivos, un machismo apenas disimulado y un alto contenido sexual sus campañas recientes. Disfruten del vídeo, que de estos no se ven muchos.

Agradeceré si alguno de mis pocos lectores me sugiere vídeos de características parecidas. Debe ser que tengo la vena sensible un poco alterada. Aprovechen, que no es el estado habitual en un servidor. Salud y buenos alimentos, hermanos.

06 agosto 2008

Primero, segundo y postre

Aunque no la presencié en primera persona, puedo imaginar la escena perfectamente, según me la describía mi amiga por teléfono, mientras me hacía partícipe de su indignación y su vergüenza ajena.

Media tarde avanzada o, lo que es lo mismo, hora del cóctel. Galería de arte enclavada en uno de los mejores y más salerosos hoteles de una ciudad costera del Mediterráneo - de cuando la beautiful people -. Casi todas las obras con más de tres cifras en el precio y la belleza del arte expuesto pujando, mano a mano, por sobresalir entre cuchicheos, falsedades, sonrisas no del todo sinceras y multitud de "llámame un día de estos y lo comentamos con calma". Total, la frívola parafernalia típica de estas lides, que tan flaco favor hace casi siempre a los auténticos profesionales del ramo. Y lo peor no es este ambiente tan superficial.

A un observador extraterrestre le habría resultado extraño comprobar que, aunque la sala era espaciosa y las obras estaban bien repartidas e iluminadas en la estancia, casi todos los invitados se encontraban apelotonados en una misma zona. La del cátering y los canapés. Allí, como si no hubieran visto un plato de comida en su puta vida, se daban codazos por meter las pezuñas, sacar tajada y engullir como auténticos cerdos todo lo que se ponía a tiro. No me hace falta haber estado allí para apostar a que más de uno alabó las virtudes del autor en cuestión - con la boca llena y salpicando de migas a sus interlocutores, por supuesto - mientras sus ojos pasaban fugazmente sobre las obras para centrarse enseguida en lo realmente interesante de la exposición. La comida. No me extraña que mi amiga sintiera vergüenza cuando, una de sus jefas en la galería, de origen holandés, le comentó, entre divertida y asqueada "Mira los españoles, cómo se pelean por la comida". Hubiera reaccionado del mismo modo que ella, saliendo de allí, para ocultar el sonrojo ante una verdad tan hiriente y la rabia por no poder dar punto y final a un espectáculo tan lamentable.

Catering

Eso sí, hizo lo que pudo. Tuvo que, de forma elegante y lo más disimulada posible, esconder - sí, sí, esconder, como lo leen - algunos platos para que le quedara algo a los invitados que aún faltaban por llegar. Una de las empleadas de la empresa de cátering no daba a basto cortando lonchas de jamón de una lustrosa pata porque, nada más depositarlas en el plato, desaparecían entre las fauces de aquellos hijos de puta. Si han tratado de cortar jamón alguna vez, seguro que saben que es algo complejo y lento, si quiere hacerse bien. Ante el desequilibrio entre el ritmo de corte y el de masticación de semejantes tragones, la muchacha, resignada, tuvo que abandonar el jamón para dedicarse a otras tareas menores. No podía creer lo que mi amiga me contaba, aún indignada al teléfono, horas después de presenciar el "cuadro". Los invitados, ni cortos ni perezosos, se habían lanzado sobre la desprotegida pata de jamón para cortarla - mal - y comerla - peor - ellos mismos hasta acabar con ella por completo y dejarla en el hueso, lista para hacer caldito. Puede parecerles una exageración. Les juro que lo que les cuento es verdad y que, quien fue testigo de todo esto, me merece la más absoluta confianza.

Jamón

Y como guinda, erigiéndose en el colmo de la desfachatez, me habló de una elementa que estaba presente y a la que, en los círculos sociales, artísticos y culturales de la ciudad se la conoce como "La Piraña", pues su único fin en la vida parece que es salir a la caza y captura de eventos de este estilo para, previa auto invitación, ponerse hasta el culo de todo lo que se tercie. Una defensora a ultranza de la filantropía, vamos.

No sé si es por herencia de la posguerra, porque nos atrae el concepto de "gratis" como la mierda a las moscas o porque nuestra condición - de españolitos de a pie y de seres humanos - no puede alcanzar cotas más bajas. Igual es cosa de genética, quién sabe. Lo cierto es que, ante episodios como este, de los que yo mismo he sido testigo en reuniones y celebraciones de todo tipo, sólo le entran ganas a uno de desaparecer en lo más profundo de una gruta, en plan oso cavernario, por los siglos de los siglos. Y que al resto le den bastante por donde cargan los camiones, al menos hasta que cierre la barra libre.

Para colmo, al final de la noche, las responsables de la galería advirtieron que una de las piezas expuestas - una pulsera - había sido sustraída de su lugar de exposición sin que nadie se diera cuenta. Lo que les decía. Que algunos, encima de hacer de putas, ponen la cama. Y que no somos más que un despreciable atajo de gentuza.

27 julio 2008

Mamá, quiero ser famoso

Sí, soy consciente de que, probablemente esté escribiendo esto para un número de lectores cercanos a... cero. Es cierto que hace meses que no escribo. De hecho, estoy planteándome seriamente cerrar las puertas del castillo para siempre y fallecer recluido tras sus muros. Debo reflexionar.

No obstante, me parece una buena oportunidad para llamar la atención sobre un espléndido reportaje, obra de Carmen Pérez Lanzac y publicado en el diario El País el domingo, 27 de Julio. A pesar de que les dejo el enlace al periódico digital, para los vagos, como un servidor, cuelgo aquí el reportaje íntegro. Verdaderamente, es como para darle una lectura pausada (o más de una, incluso) y pensar sobre ello.

"Si quieres romper con tu pareja, llama al 902...". Loli está viendo en televisión un programa de testimonios cuando aparece este letrero en pantalla. Lo anota y llama. Un contestador le pide que diga su nombre, un número de contacto y que resuma el motivo de su llamada. Un par de horas más tarde, alguien del programa se pone en contacto con ella. "¿Eres Loli? ¿Me puedes resumir tu historia? Ajá. Vale. Volveremos a llamarte". A la mañana siguiente su móvil suena de nuevo. Del otro lado, una redactora de voz joven y agradable le hace más preguntas. "¿Cuántos años tienes? ¿Dónde vives? ¿Por qué quieres dejar a tu pareja? ¿No le habrás contado que has llamado al programa? ¿Me das su número de móvil?". Loli se inquieta. Quiere saber qué le van a decir a Jesús para conseguir que acuda a la tele. "No te preocupes, de eso nos encargamos nosotros. Déjalo en nuestras manos. Lo importante es que no le cuentes nada de todo esto a él, ¿eh, Loli? Por favor, tienes que ser la mejor actriz del mundo".

Un minuto después, Jesús, el novio de Loli, recibe una llamada de alguien que dice trabajar en televisión. Le explica que una persona que conoce quiere darle una sorpresa y que para eso tiene que ir al programa la semana siguiente. Jesús recela, pero la redactora le anima. Ellos se encargan de llevarle y traerle y puede ir acompañado de quien quiera. Jesús comenta que le preocupa faltar al trabajo y la redactora le tranquiliza: "Si quieres nosotros hablamos con tu jefe para convencerle". Jesús, que sigue dudando, intenta indagar. ¿Una sorpresa? ¿Pero cómo de sorpresa? "Te va a encantar", le contesta la redactora.

Llámanos. Cuéntanos. Demuestra lo que vales. Gana hasta 100.000 euros. Vive una experiencia única... La parrilla de las cadenas (y de la radio) está plagada de programas que se nutren de la colaboración de personas anónimas que, en ocasiones, desnudan ante las cámaras su vida o parte de ella. Programas de testimonios, concursos que hacen preguntas personales y, desde hace 10 años, todo tipo de realities.

Televisión rota

Esto no es nuevo. La participación ciudadana en los medios es casi tan antigua como los propios medios. "La radio lleva haciéndolo desde el principio de los tiempos", dice Roberto Ontiveros, subdirector de programación de Antena 3. "Se plantea un tema, se abren los micrófonos y la gente empieza a llamar. Y en televisión también se ha dado ese proceso de democratización. Hay gente que piensa, '¿por qué no puedo salir yo en la tele? ¿Acaso yo no soy tan interesante o más que Lolita? Tengo el mismo derecho a que me miren'. El principal capital de la gente normal y corriente es su propia vida. Yo soy partidario de que el que quiera salir por televisión y contarnos una historia que lo haga. ¿Tiene eso algo de malo? Mientras no se convierta en una obsesión enfermiza, desde luego yo creo que no".

Frente a la opinión de este profesional del medio, muchos consideran que los programas de televisión sacan partido (y audiencia) de la inocencia o inconsciencia de los participantes, que a veces acuden al programa engañados (como Jesús, el pobre novio de Loli, afortunadamente tan ficticio como ella) o que no han sopesado las consecuencias de su paso por plató y que en alguna ocasión ha sido nefasta. El más reciente es el caso de Svetlana, asesinada por su ex marido días después del paso de ambos por El diario de Patricia (Antena 3), donde éste le pidió una segunda oportunidad que ella rechazó.

Especialmente llamativo en cuanto a exposición de la vida personal resulta El juego de tu vida (Tele 5), que hace dos semanas se despidió de la parrilla, en el que los concursantes, previo cuestionario ante polígrafo (la máquina de la verdad) respondían a preguntas muy íntimas que iban subiendo de tono conforme se acercaba el premio máximo, 100.000 euros. "¿Es verdad que sigues viendo a tu ex amante a espaldas de tu hija?". "¿Piensas en tu vecino mientras mantienes relaciones con tu marido?". "¿Has roto tu relación con una mujer justo después de mantener relaciones con ella?". Tele 5 recuerda que los concursantes que acuden al programa deciden hasta dónde quieren llegar. David Matos, un joven sevillano, se plantó tras responder a 13 preguntas, muchas de ellas sobre su vida sexual. Sólo se llevó a casa 10.000 euros. ¿Se ha arrepentido después? "No", dice al teléfono. "Volvería a ir. Ha sido una experiencia graciosa". ¿Y Mario Aróstegui, que ganó 100.000 euros y desveló muchos asuntos personales? "No. Tenía claro que quería el dinero. La gente lo que me ha dicho es que qué huevos tengo". "Arrepentidos hay en todo", reflexiona Ontiveros, "pero el subidón que supone salir en la tele, que el vecino de pronto se pare a saludarte... Creo que todo eso mitiga cualquier arrepentimiento posterior".

Este viernes, en el programa Diario y medio (el sustituto veraniego de El diario de Patricia, de Antena 3), los espectadores vieron a José rogarle a Mili, su ex, una segunda oportunidad. Rosa María le pidió a su hija Marina (que no quiso ir a la tele) que estudie, que madure. Dinio le pidió a su padre que retomaran el contacto perdido... Es probable que se lo haya preguntado en alguna ocasión: ¿De dónde sacan los programas a toda esa gente? Muchos se ofrecen voluntarios. El productor de un popular programa de testimonios calcula que reciben 120 llamadas diarias. Después, los redactores se encargan de devolver la llamada y comprobar si la historia es interesante. Una periodista que trabaja en este tipo de programas (y que prefiere no desvelar su nombre), lo explica: "En función de la audiencia del programa y del tipo de testimonio que busque, llama más o menos gente. Yo trabajé en uno en el que éramos 14 redactores para conseguir seis casos a la semana de lo fuertes que tenían que ser. De 500 llamadas a lo mejor sólo acaban sirviendo dos. Cuando te ves con el agua al cuello, agarras las Páginas Blancas y llamas a números al azar, a la desesperada. 'Hola señora, le llamo de televisión. No conocerá a alguien que...'. El teléfono es nuestra herramienta de trabajo y hay que saber llegar a la gente. Eso sí, cuando das con alguien que quiere ir a televisión, es muy fácil. Si le tienes que convencer tú, malo. Seguramente se acabará rajando. Yo agradezco que haya gente que quiera contar su vida por la tele. A mí me dan trabajo".

¿Por qué sigue buscando la gente los 15 minutos de fama de los que hablaba Warhol? ¿Todavía no desconfiamos de un medio que sabemos cruel e interesado? José Errasti, experto en psicología de la personalidad, aventura una explicación: "Una de las características más conocidas del individuo occidental urbano del siglo XX y XXI es la necesidad de reconocimiento social. El individualismo creciente durante los últimos 100 años ha convertido nuestro siglo en el de las biografías y las autobiografías, de los retratos y los autorretratos, de los premios -existen en todos los ámbitos-, y los reconocimientos. En este contexto los medios de comunicación -el cine y más aún la televisión-, desempeñan un papel fundamental como creadores de reconocimiento social con una potencia inédita por ningún otro método habido en la historia. La televisión, con su elaborado y depurado lenguaje visual para provocar fascinación y seducción en la audiencia, casi sacraliza todo lo que toca, por lo que salir o no salir en televisión marca una diferencia cualitativa entre las personas. Hay dos tipos de personas: las normales y los semidioses. ¿Cómo se llega a ser semidiós? Saliendo en televisión".

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Sin embargo, igual que hay gente deseosa de salir por la tele, otros no lo harían ni bajo amenaza y lo consideran bochornoso y degradante. ¿Qué nos diferencia a unos de otros? "La verdad es que he reflexionado mucho sobre ello", dice Ontiveros, de Antena 3, que fue director de siete ediciones de Gran Hermano y redactor de programas de testimonios en sus inicios profesionales. "A veces lo hablo con mis compañeros. Hay muchas maneras de dividir España y una de ellas es entre los que quieren salir en la televisión y los que no. Yo empecé trabajando de reportero de calle y cuando vas con una cámara hay gente que se te acerca a ver si con suerte les entrevistas y la otra mitad cruza de acera. Hay quienes quieren que le miren, ser el centro de atención, y quienes prefieren mirar. Entre los profesionales de la televisión se ve claramente estos extremos. Mientras que unos suspiran por aparecer en pantalla, por la fama y el reconocimiento, otros muchos queremos mantenernos detrás".

"El ansia por el reconocimiento social que es tan importante para el individuo de la sociedad actual tiene como contrapartida la aparición de un desarrolladísimo sentimiento de vergüenza y ridículo", reflexiona Errasti. "Son las dos caras de la misma moneda. Tan importante como querer ser reconocido como bueno por nuestro grupo social de referencia es no querer ser reconocido como malo por ese mismo grupo. Vanidad y vergüenza. Lo que ocurre es que diferentes grupos sociales tienen diferentes valores, y lo que a ciertas personas les enorgullece a otras personas les avergüenza. Es el mismo interés en el cuidado de la imagen y la identidad pública el que provoca que miles de personas se presenten a Gran Hermano y que millones no nos presentásemos jamás. Los primeros sienten que ganarán prestigio social entre las personas frente a las que quieren tener prestigio social, y los segundos sentimos que perderíamos prestigio social entre las personas frente a las que queremos tener prestigio social que, claro está, no son las mismas que las del primer grupo".

¿Qué nos hace diferentes? ¿De qué depende que unos desarrollen ese sentimiento de vergüenza y otros no? ¿Es algo innato? "La respuesta es una mezcla de factores sociológicos, culturales y psicológicos", continúa Errasti. "No cabe duda de que el nivel económico, social y cultural tiene algo que ver con la tendencia a participar en este tipo de programas. Hay excepciones en ambos sentidos, pero entre mis compañeros profesores de la facultad no hay nadie que se haya planteado ir a Gran Hermano, El juego de tu vida o similares. Las clases culturalmente instruidas tienen un sentido acentuadísimo de la vergüenza, porque son las más preocupadas por aparentar y mantener su estatus. Esto no quiere decir que toda la gente poco formada desee ni mucho menos entrar en Gran Hermano. Ahí ya entran factores individuales. Existen personas más impulsivas que otras, más extravertidas, más narcisistas... Y los motivos de estas diferencias tendrán que ver con los ejemplos presenciados en su familia o en su grupo de iguales, con sus propias experiencias, si ha sido espectador habitual de estos programas...".

Prestigio social. Dinero. Vivir una emoción fuerte. Sea por el motivo que sea, la colaboración ciudadana en antena sigue vivita y coleando. Hace dos semanas arrancó el casting de la décima edición de Gran Hermano, que Tele 5 emitirá en otoño. En la primera semana se apuntaron 30.000 personas, el récord de este reality, el pionero, y eso a pesar de haber perdido mucha audiencia e impacto social. Jaime Guerra, productor ejecutivo del programa, recuerda que el año pasado les sorprendió la cantidad de jóvenes con 18 años recién cumplidos que se presentaron voluntarios. "Chavales que cuando se estrenó la primera edición eran niños. Han crecido con Gran Hermano y ahora quieren participar".

"Imagina por un momento que eliminásemos este tipo de programas", concluye Ontiveros. "Imagina que sólo salieran por televisión famosos, la gente que lleva años viviendo de la televisión, que ya nos ha contado su vida a cambio de un pastizal haciéndonos creer que es mucho más interesante que la nuestra. Habría que ver qué tipo de televisión tendríamos entonces".

Suscribo plenamente las palabras de Errasti.Y felicito desde aquí a la autora por su espléndido trabajo periodístico. Respecto al dueño de este castillo y su futuro más inmediato, me debato entre la desidia y el deseo de cerrar esta bitácora definitivamente, tras tres años de altibajos creativos o continuar por respeto a mis lectores (en caso de que aún me quede alguno). Ambas opciones son igual de válidas. No sufran, serán los primeros en saber de la decisión final. Salud y buenos alimentos

10 mayo 2008

Carta urgente

Hay cosas que te escribo en cartas
Para no decirlas
Hay cosas que escribo en canciones
Para repetirlas
Hay cosas que están en mi alma
Y quedarán contigo cuando me haya ido...
En todas acabo diciendo cuánto te he querido...
Hay cosas que escribo en la cama
Hay cosas que escribo en el aire
Hay cosas que siento tan mías.... que no son de nadie
Hay cosas que escribo contigo
Hay cosas que sin ti no valen
Hay cosas y cosas...
Que acaban llegando tan tarde..
Hay cosas que se lleva el tiempo
Sabe Dios a dónde
Hay cosas que siguen ancladas
Cuando el tiempo corre
Hay cosas que están en mi alma
Y quedarán conmigo cuando me haya ido...
Y en todas acabo sabiendo cuánto me has querido...
Hay cosas que escribo en la cama...
Hay cartas urgentes que llegan cuando ya no hay nadie...

Intérprete: Rosana (Extraído de su disco Magia; año  2005)

07 mayo 2008

Yo soy el hombre de acero

Ficha técnica:

Título original: Iron Man

Título: Iron Man

Director: Jon Favreau

Guión: Arthur Marcum, Matt Holloway, Mark Fergus, Hawk Ostby

Intérpretes: Robert Downey Jr., Terrence Howard, Gwyneth Paltrow, Jeff Bridges

Año: 2008

Sinopsis y crítica:

ironman-hi

Iron Man es uno de esos proyectos de los que se oye hablar en los mentideros de la industria durante meses, pero cuyos rumores e imágenes de rodaje llegan a España con cuentagotas, en dosis perfectamente controladas por los estudios. A pesar de la distancia, casi todos "huelen" que va a ser uno de los "pelotazos" de la temporada. Y, en este caso, los presagios se ajustan a la realidad. Los puristas y algunos seguidores del héroe sobre el papel no terminaban de ubicar a Robert Downey Jr.en el rol de Tony Stark - al igual que ocurre con Edward Norton en el papel del Bruce Banner de "El increíble Hulk", siguiente entrega de la saga -. No obstante, las dudas desaparecen rápido al mostrar a un Downey Jr, sólido, idóneo para encarnar la personalidad de millonario ególatra, cínico y mujeriego que requiere Stark. Los mejores momentos del metraje llevan su nombre, y no precisamente cuando se enfunda el traje de hombre de acero. Técnicamente, como viene siendo habitual en las cintas de este subgénero, la factura es impecable y el derroche de efectos especiales casi inagotable. Argumentalmente, si bien no se trata de una película "redonda" al 100%, cumple de sobras con lo que se le pide: dos horas de entretenimiento puro y duro, sin más exigencias que la fidelidad al cómic original, convenientemente adaptado a los tiempos que corren. También es una agradable sorpresa la aparición de un Jeff Bridges irreconocible al principio, con oficio, tablas y buenas trazas de malvado, aunque un tanto desaprovechado en líneas generales. Una lástima que Gwyneth Paltrow no haga más que enseñar su cara bonita y lucir palmito como "la chica" del héroe, sin demasiadas florituras interpretativas. La siguiente entrega está prevista para 2010. Marvel ha encontrado un nuevo filón.

Tony Stark (Robert Downey Jr.) es un magnate de la industria armamentística que no tiene más preocupaciones que averiguar cuál será su siguiente conquista, o la siguiente frivolidad que podrá comprar el dinero. A pesar de su increíble talento como inventor, no hace más que "salir en la foto" y tirar de carisma para vender unas armas que, de todas maneras le quitan de las manos. El timón del imperio Stark está bien sujeto por su amigo Obadiah Stane (Jeff Bridges). Durante la presentación de su última y devastadora arma, el Jericoh, Stark es secuestrado por terroristas afganos, que quieren obligarle a construirlo para ellos. Enfrentado de cara con la naturaleza de su trabajo y de sí mismo, Stark dará un giro a sus prioridades y, mientras trata de salir de su encierro, encontrará una nueva y más productiva manera de emplear sus increíbles capacidades.

Nota: 7

12 febrero 2008

Pasándolo bien

Creen , porque la gente no habla ya de mí,

que estoy más acabado que Antonio Machín

Dénse prisa si me quieren enterrar

pues tengo la costumbre de resucitar

Y salgo del nicho, cantando

Y salgo, vivo y coleando...

Pero pasando...Hey, hey

 

Pasando de críticos, pasando de místicos... Pasándolo bien

Pasando de modas, pasando de codas...Pasándolo bien

Pasando de miedos, pasando de credos...Pasándolo bien

 

Hay también quien se dedica a disparar

balas, que me rozan, pero no me dan

Al paso que vamos, me figuro que

cumpliré más años que Matusalén

Muriendo y resucitando, sí

Sigo vivo y coleando

Pero pasando...Hey, hey

 

Pasando de mitos, pasando de gritos...Pasándolo bien

Pasando de “puros”, pasando de duros...Pasándolo bien

Pasando de cultos, pasando de insultos...Pasándolo bien

 

Pasando de insectos, pasando de ineptos...Pasándolo bien

Pasando de novias, pasando de fobias...Pasándolo bien

Pasando de atletas, pasando de “anfetas”...Pasándolo bien

 

Pasando de gafes, pasando de cafres...Pasándolo bien

Pasando de Pili, pasando de Mili...Pasándolo bien

Pasando de mapas, pasando del papa...Pasándolo bien

Pasando, pasando.... Pasándolo bien.

 

(Extraído del disco "La Mandrágora": Joaquín Sabina, Alberto Pérez y Javier Krahe. Año 1981)

08 febrero 2008

¿Sabes qué vas a comer hoy?

A veces, Internet te descubre algunas cosas interesantes. Su valor es siempre relativo aunque, ocasionalmente, pueden hacerte poner la vista y la mente en algo un poco más importante que lo que vas a preparar ese día para comer.

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Damas y caballeros:

Usen protector solar. Si pudiera ofrecerles un único consejo para el futuro sería éste: Usen protector solar. Los científicos han comprobado los beneficios a largo plazo del protector solar, mientras que los consejos que les voy a dar no tienen ninguna base fiable, y se basan únicamente en mi propia experiencia. He aquí mis consejos:

Disfruta de la fuerza y la belleza de tu juventud... No... no me hagas caso. Nunca entenderás la fuerza y la belleza de tu juventud hasta que se haya marchitado. Pero, créeme, cuanto te veas a ti mismo en fotografías dentro de veinte años comprenderás, de una forma que no puedes comprender ahora, cuántas posibilidades tenías ante ti y lo guapo que eras en realidad. No estás tan gordo como te imaginas.

No te preocupes por el futuro. O preocúpate, sabiendo que preocuparse es tan efectivo como tratar de resolver una ecuación mediante el acto de masticar un chicle. Lo que sí es cierto es que los problemas que realmente tienen importancia en la vida, son aquellos que nunca pasaron por tu mente, son de esos que te sorprenden a las cuatro de la tarde de un martes cualquiera.

Todos los días, haz algo a lo que le tengas miedo.

Canta

No juegues con los sentimientos de los demás, ni toleres que los demás jueguen con los tuyos

Relájate

No pierdas el tiempo sintiendo celos. A veces se gana y a veces se pierde. La competencia es larga y, la final, sólo compites contra ti mismo

Recuerda los halagos que recibas. Olvida los insultos (pero si consigues hacerlo dime cómo lo has hecho)

Guarda tus cartas de amor y deshazte de los viejos extractos del banco

Estírate

No te sientas culpable si no sabes muy bien qué quieres de la vida. Las personas más interesantes que he conocido, no sabían qué hacer con su vida cuando tenían 22 años; de hecho, algunas de las personas más interesantes que conozco, tampoco lo sabían a los 40.

Toma mucho calcio y cuida tus rodillas. Sabrás la falta que te hacen cuando te fallen.

Quizás te cases y quizás no. Quizás tengas hijos y quizás no. A lo mejor te divorcias a los cuarenta o bailas un vals en en 75 aniversario de tu boda. Hagas lo que hagas... no te enorgullezcas ni te critiques demasiado. Siempre optarás por una cosa o por la otra...como todo el mundo.

Aprovecha tu cuerpo y disfrútalo de todas las formas que puedas. No le tengas miedo ni te preocupes por lo que piensen los demás sobre él, porque es el único instrumento que tendrás jamás.

Baila, aunque tengas que hacerlo a solas en el salón de tu casa

Lee las instrucciones, pero no las sigas

No leas revistas de belleza. Para lo único que valen es para hacerte sentir feo

Aprende a entender a tus padres; cuando no estén será tarde. Llévate bien con tus hermanos, porque son el mejor vínculo con tu pasado y, probablemente, serán ellos quienes te acompañen en el futuro.

Comprende que los amigos vienen y van, pero entiende también que hay un puñado de ellos a los que debes conservar con mucho cariño.

Haz un esfuerzo para no desvincularte de algunos lugares y algunas costumbres porque, conforme pase el tiempo, necesitarás más a aquellos a quienes conociste cuando eras joven.

Vive en una gran ciudad alguna vez, pero trasládatate antes de endurecerte. Vive en el campo, alguna vez, pero trasládate antes de ablandarte

Viaja

Acepta algunas verdades ineludibles: Los precios siempre subirán, los políticos siempre mentirán y tú también envejecerás y, cuando lo hagas, echaras de menos los tiempos de tu juventud, cuando los precios eran razonables, los políticos eran honestos y los jóvenes respetaban a los mayores

Respeta a los mayores

No esperes que alguien te mantenga porque, tal vez recibas una herencia, o tal vez te cases con un millonario, pero nunca sabrás cuánto tiempo va a durar eso

No te hagas demasiados experimentos en el pelo porque, cuando tengas 40 años, parecerá el de una persona de 85

Ten cuidado con los consejos que recibas y ten paciencia con quienes te los den. Los consejos son una forma de nostalgia y, dar consejos, es una forma de rescatar el pasado del cubo de basura, limpiarlo, ocultar las partes feas y reciclarlo dándole más valor del que realmente tiene....Pero haz caso en lo del protector solar.

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Este curioso texto está extraído de un vídeo de YouTube que pueden ver en este enlace. No sé exactamente qué plataforma lo ha creado ni cuál es su finalidad, pero me parece interesante prestar atención a algunas de sus afirmaciones. Tomando, como es obvio, una distancia prudencial respecto de ellas, como bien advierte el último punto. Salud y buenos alimentos, queridos lectores.

04 febrero 2008

La delicia de ser escéptico

En los años de educación secundaria, la Historia no era, ni de lejos, de mis materias favoritas. Me defendía con ella – eso es cierto – como buen estudiante del montón que siempre fui. No obstante, con el paso del tiempo, gracias a la tutela de algún que otro profesor, brillante y capaz – de los que casi no quedan – y a los comentarios de amigos de mente inquieta, fui descubriendo los placeres de la disciplina, al mismo tiempo que comprendí de su importancia para entender quiénes somos y hacia dónde nos dirigimos. Como un niño que garabatea apenas, cuando aprende a dibujar, he ido introduciéndome en las embravecidas aguas del pasado, disfrutando de cada pequeño descubrimiento, mientras arañaba la superficie en el devenir de imperios, gobernantes y naciones.

De los diversos ramales de la Historia que tenemos a nuestra curiosa disposición, considero que el que más debería atraernos es el dedicado al propio país, en el que nacemos, vivimos y nos desarrollamos la gran mayoría de nosotros. Sólo conociendo y comprendiendo los pasos previos, podremos encauzar los presentes para dar una buena dirección a nuestro futuro. Con este objetivo, y como herramienta de aproximación, además de como auténtica delicia divulgativa – alejada de pesados tratados para eruditos – quisiera recomendarles las obra de Don Juan Eslava Galán Historia de España contada para escépticos, editada por Planeta. Si, como un servidor, es usted un lego en la materia, pero desea repasar de un sólo vistazo la historia de esta jaula de grillos a la que llamamos España, alejándose de ideas preconcebidas y dogmas historiográficos, sin duda éste es su libro.

Sin olvidar el rigor académico y la objetividad que es exigible a una obra de estas características, el señor Eslava Galán, hace uso de un fresco y ácido sentido del humor, junto con una prosa más que amigable para dar un buen “meneo” a nuestro pasado: Desde los pueblos prehistóricos hasta el mandato del ex presidente Aznar – que no es poco –. Se trata de un libro asequible y de facilísima lectura, que arrancará a muchos una agridulce sonrisa, al comprobar lo que fuimos y en lo que nos hemos convertido, gracias a nuestra tozudez e ignorancia, con la inestimable ayuda de un buen número de pésimos dirigentes y de otro tanto de traspiés del destino. Es de esas obras que se disfrutan con segundas y terceras lecturas y que hacen buena la afirmación de Martin Amis, quien aseguraba que “un buen libro es aquel que, al terminarlo, te provoca el impulso de invitar a una copa a su autor”. En el peor de los casos, el libro ayudará al lector a recolocar en la memoria algunos nombres y hechos importantes, además de multitud de anécdotas y batallas, con sus correspondientes victorias y derrotas, recordando tiempos de pupitres y encerados. Con un poco de suerte, quizás algún intrépido y escéptico aventurero profundice en aquel período que considere más interesante. Me atrevería a recomendar a pedagogos y diseñadores de planes de estudios su presencia inexcusable en la lista de “obligatorios” para adolescentes irredentos, quienes se están ganando – con merecimiento o sin él – el desagradable y agorero adjetivo de “carne de cañón”

El Autor:

Juan Eslava Galán nació en Arjona (Jaén) en 1948; se licenció en Filología Inglesa por la Universidad de Granada y se doctoró en Letras con una tesis sobre historia medieval. Amplió estudios en el Reino Unido, donde residió en Bristol y Lichfield, y fue alumno y profesor asistente de la Universidad de Ashton (Birmingham). A su regreso a España ganó las oposiciones a Cátedra de Inglés de Educación Secundaria y fue profesor de bachillerato durante treinta años, una labor que simultaneó con la escritura de novelas y ensayos de tema histórico. Ha ganado los premios Planeta (1987), Ateneo de Sevilla (1991), Fernando Lara (1998) y Premio de la Crítica Andaluza (1998). Sus obras se han traducido a varios idiomas europeos.

(Fuente: Página web oficial de Juan Eslava Galán)

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Titulo: Historia de España

contada para escépticos

Autor: Juan Eslava Galán

Editorial: Planeta S.A.

Año: 2006

Encuadernación: Tapa blanda bolsillo

Medidas: 11 x 18 cm.

Páginas: 496

ISBN: 84-08-06203-4

Compra Aquí

Nota: 9,5

27 enero 2008

Clases magistrales

Hay recuerdos que conviene que sigan siendo recuerdos para siempre; momentos que deben atesorarse como pequeñas piedras preciosas, como mantras grabados a fuego en nuestro cerebro. El otro día, viendo unas fotos que no tenían nada que ver con un servidor, rescaté de mi memoria algunos de esos pequeños y valiosos tesoros, una de las experiencias más intensas y aleccionadoras que he tenido en mi vida. Y quisiera compartirla con ustedes, en parte como exorcismo y en parte como tributo y señal de respeto a los protagonistas de la historia.

Acudí a la Clínica Universitaria de Navarra cuando contaba apenas con unos dieciséis o diecisiete años, principalmente porque era – y es – uno de los centros médicos e investigadores más prestigiosos del país; afrontaba mi tercera operación quirúrgica y me aseguraban que estaba en las mejores manos posibles. Antes de la operación eran necesarias innumerables pruebas, ya que no contaba con historial clínico propio en el centro. Para ello iban a necesitar varios días, por lo que tenía que permanecer ingresado durante un tiempo, a pesar de estar más sano que una manzana. Quizás por mi edad, o por política empresarial – quién sabe –, terminé en una planta donde los pacientes jóvenes eran mayoría: Oncología infantil.

Mi compañero de habitación era Salva, un chaval catalán algo más pequeño que yo con un cáncer óseo en un fémur. Cuando ingresé ya llevaba un tiempo con quimioterapia, por lo que había perdido todo el pelo y necesitaba andar con muletas. Pronto hicimos buenas migas y conocí a su madre, una señora encantadora que me enseñó lo que era – y lo rico que estaba – el pa amb tomàquet (el pan con tomate). Al cruzar el pasillo estaban Javi y Víctor, también adolescentes y con la misma enfermedad en diferentes estadios. Mientras se sucedían los días y las pruebas estos “tres mosqueteros” me enseñaron a reírme de los problemas y a no perder la esperanza jamás. Junto a ellos comprendí que el humor es casi tan efectivo como el mejor medicamento y que hay que afrontar todos los malos tragos – hasta los más amargos – con dignidad, serenidad y valor. En una planta donde la hora de juegos era obligatoria – había partidas de Trivial Pursuit casi a diario –, llegué a carcajearme hasta las lágrimas porque Salva intentaba meterle mano a las jóvenes y guapas estudiantes de enfermería que pululaban por allí; hice apuestas por cuál sería la próxima pegatina en las muletas de Javi – todas relacionadas con los coches de carreras y la velocidad, irónicamente –; llegué a convencerme, gracias a la insistencia de Víctor, que los zaragozanos eran los más machotes y que no se decía amarillo sino “amariglio”. Llegué a chafarme, porque no tenía un historial de “chapuzas” – intervenciones – tan extenso e impresionante como ellos, y no podía presumir, como lo haría un futbolista con sus trofeos. Durante un breve instante, fueron mis amigos. Y me enorgullezco enormemente de poder decirlo.

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Salva tenía “quimio” por las noches y, más de una vez, me desperté al escucharle llorar o vomitar con el veneno, que trataba de sanarle, pero que le quemaba por dentro. Me limitaba a morder la almohada en la oscuridad, esperando que pasara pronto y lamentando, con lágrimas en los ojos, que aquello tan horrible pudiera pasarle a alguien tan estupendo a sólo un metro y medio de mi cama. Al día siguiente, si había conseguido dormir algo, estaba tan fresco como una lechuga, dándome de nuevo una lección de entereza y valentía. Nos intercambiamos direcciones cuando salí de allí y le mandé una carta al tiempo de estar de nuevo en casa, ya con la fecha de mi operación anotada en la agenda. Salva no me contestaba y no sabía nada de Víctor y Javi. Por un momento, pensé que me habían olvidado hasta que, pasado el tiempo, cuando menos lo esperaba, recibí carta de Salva, aunque la escribía su madre. De manera tremendamente cariñosa, me contaba que Salva no me había olvidado, que valoraba mucho mi amistad, pero que, lamentablemente, nos había dejado el pasado mes de.... Nunca terminé de leer aquella carta y fue la primera vez que lloré por un amigo. Era tan valiente que me había hecho olvidar que estaba gravemente enfermo.

Cuando volví a Pamplona para operarme, y mientras estaba en la sala de espera, para hacerme los análisis necesarios y todo lo relacionado con la anestesia, además de un T.A.C., vi en el pasillo una cara vagamente familiar. Tras un rato, un chaval en silla de ruedas se me acercó:

Sin pelo no soy el mismo, ¿Eh? – Era Javi, el de las muletas de carreras

Mantuvimos una charla breve, en parte por mi desconcierto – que él asimiló de manera natural y con una sonrisa, ya un tanto apagada – y en parte porque no era el lugar adecuado para nada más extenso. Saludé a sus padres y nos despedimos deseándonos suerte. Nunca volví a verlo. No me atreví jamás a investigar sobre qué había sido de él. Demostré poco valor, al contrario que ellos.

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Han pasado muchos, muchos años. Y sin embargo, se mantienen muy presentes en mi memoria; de hecho, son en gran parte responsables de los pocos redaños que puedo demostrar ante algunos problemas, algo no demasiado difícil cuando se han tenido buenos profesores. Forman parte de mí y nunca les agradecí todo aquello que me regalaron. Infinidad de certezas y enseñanzas sobre la vida, la felicidad, el dolor y la muerte. Enseñanzas que no se ven y sobre las que no se habla, pero que tienen un valor incalculable y que jamás podré pagarles. Gracias, chicos. Sois cojonudos.

26 enero 2008

El abominable hombre sin barriga

Una de las características que definen a la web - y que se configura como principal punto fuerte - es la libertad de expresión y movimientos que proporciona el anonimato. Amparándonos en el anonimato, algunos decimos lo que pensamos, otros construyen identidades y vidas ficticias con objetivos no siempre inocentes, algunos se dedican a chorradas sin sentido y, los menos, a hacer daño. Por eso, la honestidad no se prodiga demasiado en la Realidad 2.0 y sorprende el caso del que me gustaría hablarles hoy.

De los millones de millones de blogs que se pueden encontrar por ahí, me topé casualmente con uno. Hugo es exactamente quien y como dice ser, sin pliegues oscuros, nicks ni dobles sentidos. Con su 1,90 m. de estatura, ha decidido que 150 Kg. son demasiados y se ha propuesto reducirlos a 90 Kg. Para motivarse y verse obligado a ello cuenta sus experiencias del día a día - y muchas más cosas - en su blog, Cómo perder 60 Kg. que, en pocos días ha cosechado un razonable éxito. Probablemente porque muchos nos sentimos identificados con él y con su "causa" y, quien más quien menos, ha pasado por una experiencia similar. Este diario sincero, que rezuma sencillez y atractivo, de pura simplicidad, ya se encuentra entre mis favoritos y Hugo, a quien no conozco, es ya uno de mis héroes de la blogosfera, porque me ha encajado una sonrisa casi sin esperarlo y porque, independientemente del resultado de su particular "lucha", está decidido a plantar un banderín libertario y de voluntad en las cimas de porquería de esta enferma sociedad, de la que ya he hablado en la bitácora en otras ocasiones. Y eso, ya lo saben, me reconcilia con el mundo. ¡¡Ánimo Hugo!!, desde las almenas de mi castillo te estaremos vigilando.

06 enero 2008

Insensato

Eso es exactamente lo que soy. Ni más ni menos. Y no está mal darse cuenta. Cuando las cosas marchan razonablemente bien, no está de más una buena bofetada de realidad que te ponga en tu sitio. ¿Por qué digo esto? Pues sencillamente porque me han dado una lección.

Es domingo y, refugiado de una tarde fría, pretendo ponerme a escribir, a plasmar mis ideas y reflexiones sobre el terrorismo - el de aquí y el de fuera, ese que nos ha dejado sin Rally Lisboa Dakar - y, antes de ponerme a teclear, sin las ideas demasiado claras, debo reconocerlo, pincho en un enlace y me encuentro con el texto que sigue:

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Es de noche y llueve desde hace unos minutos sobre la sinuosa carretera de Madrid al Escorial. Clap, clap, clap, hacen los limpiaparabrisas mientras conduzco con precaución. Es sábado por la noche, el tráfico de subida hacia la sierra es intenso, y las gotas de agua y el asfalto mojado reflejan destellos de faros. Al salir de una curva, los míos iluminan a dos chicos jóvenes montados en una motillo. Van inclinados hacia delante bajo la lluvia, con los cascos puestos y pegados al lado derecho de la carretera, mientras los coches pasan cerca, salpicándolos con turbonadas de agua. Es zona de urbanizaciones, la moto es pequeña, y al dar la luz larga confirmo que los chicos deben de tener diecisiete o dieciocho años y no van equipados para la carretera. Se trata, deduzco, de dos muchachos haciendo un trayecto corto. Seguramente viven en las cercanías y se dirigen a casa de un amigo, o a uno de los multicines o complejos recreativos próximos. El aguacero los sorprendió subiendo el puerto, y avanzan lo mejor que pueden, pegado el que va de paquete a la espalda del compañero, con la resolución insensata y valerosa de su extrema juventud. Jugándose literalmente la vida a las diez de la noche, a oscuras en una carretera, bajo la lluvia, para llegar a tiempo a la cita con los compañeros de clase, la pandilla de amigos –palabra mágica– o el par de chicas con las que están citados en la hamburguesería o el cine. Y mientras, disponiéndome a adelantarlos, pongo el intermitente a la izquierda para advertir de su presencia a los coches que vienen detrás de mí, pienso que no me gustaría ser hoy la madre o el padre que vieron salir a esos chicos de casa, oyeron el tubo de escape de la moto alejándose, y ahora escuchan golpear la lluvia en los cristales.


Lluvia

Sin duda me hago viejo, pienso. Demasiado. Por alguna extraña razón, esos dos muchachos en la motillo, tozudamente inclinados hacia delante bajo la lluvia, me remueven los adentros. Hace demasiado tiempo que dejé atrás líneas de sombra y demás parafernalia moza; pero aún recuerdo lo que puede sentirse a lomos de una moto que avanza trazando curvas en la oscuridad, impulsado, como esa pareja de frágiles jinetes nocturnos, por la amistad, el amor, el deseo de aventura, la irreflexiva osadía de la juventud firme, arriesgada, segura. Y es noche de sábado, nada menos. El tiempo que hay por delante está preñado de promesas. No hay lluvia, ni carretera negra, ni turbonadas de agua pulverizada al paso de coches indiferentes que enfríe el entusiasmo de dos jóvenes de diecipocos años que cabalgan resueltos a zambullirse expectantes, gozosos, en cuanto los aguarda. En la plena vida. Tal vez, mientras la lluvia azota las viseras bajadas de sus cascos y el agua les empapa cazadoras y pantalones, presienten la música que oirán dentro de un rato, oyen la risa leal de los amigos, ven ante sí los ojos de muchachas que esta noche los mirarán a los ojos para confirmarles que el mundo es un lugar maravilloso. Quizá porque van al encuentro de todo eso los dos chicos siguen adelante sin arredrarse, con su pequeña moto. Son jóvenes, sufridos, valientes. Y se creen eternos. Inmortales.

Mientras paso a su lado, adelantándolos entre turbonadas de lluvia, los miro de soslayo y les deseo suerte. Ojalá, pareja de impávidos pardillos, lleguéis sanos y salvos allí a donde os dirijáis, y el calor de los amigos os seque las ropas mojadas, la piel fría y las manos heladas. Que valga la pena lo que estáis pasando. Que la hamburguesa esté en su punto, la cocacola lo bastante fría, las palomitas crujan, la película sea tan buena como os dijeron, la chica sonría como esperáis y se deje besar esta noche por fin, o bien os acometa y bese ella, que tanto monta. Que podáis volver a casa sobre un asfalto seco y con la gasolina suficiente para que la motillo no os deje tirados, y que los padres que ahora miran angustiados el reloj sientan el inmenso alivio de oír abrirse la puerta de la calle o vuestros pasos en el pasillo al regresar. Que todo eso os pertenezca para siempre, y que esta valerosa determinación, dos muchachos solos en la noche subiendo un puerto peligroso, inclinados tenazmente bajo la lluvia, no os abandone nunca en otras carreteras. Amén.

Con tales pensamientos termino de adelantar, pongo el intermitente a la derecha y sigo adelante mientras queda atrás, en el retrovisor, el faro solitario de la pequeña moto. Dos chicos irresponsables, tontos y valientes, me digo perdiéndolos de vista. Ojalá lleguen a donde van. Ojalá lleguen todos.

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Queridos lectores, lo que acaban de leer se titula Dos chicos y una moto, y es uno de los últimos artículos de Don Arturo Pérez Reverte, publicado el 30 de diciembre. Después de terminar la lectura, me he dado cuenta de que no puedo escribir. Hoy no, al menos.

Este señor, periodista fuera de ejercicio, integrante de la Real Academia de la Lengua y escritor de éxito me ha recordado que a mí me queda un largo, larguísimo camino por recorrer antes de hacer sentir a alguien lo que sentí yo mismo al llegar a la última línea. No quiero parecerme a él. No quiero imitarle, no se puede, además; y es una locura y un error – vital y profesional – tratar de copiar, de vivir a través de reflejo de otros... Pero envidio su capacidad, su talento y su experiencia. Lo reconozco. Y necesito un par de días para sentirme menos pequeño y tener el valor suficiente como para escribir cualquier tontería. Seguro que me comprenden. No quiero cometer ninguna insensatez, es así de sencillo.