20 noviembre 2007

Bibliofilia (Parte II)

Sinceramente, creo que mi fascinación por la lectura no es demasiado normal. A veces pienso con temor – debo reconocerlo – que quizás no soy capaz de establecer un límite razonable a la hora de comprar y leer libros, y que acabaré perdiendo la razón, citando a los clásicos mientras ando por la calle, que moriré sólo y desquiciado, rodeado de volúmenes apilados de cualquier manera, envuelto en aromas a papel viejo, decrepitud humana e incomprensión de este mundo tan complejo. Está bien... está bien. Debo reconocer que tampoco tiene que ser muy “saludable” que digamos tratar de abarcar tal cantidad de temas heterogéneos. Soy incapaz de dirigir mis lecturas en una sola dirección y no le digo que no a nada: Historia, Filosofía, Ficción, Ensayo, Literatura clásica, Religión, Sociología, Humor e incluso libros de Autoayuda. Y, créanme, la angustia que siento por ser tan ignorante y por tener tan poco tiempo para vivir y tantas páginas que devorar, en ocasiones me oprime el pecho de tal manera que no puedo respirar y debo dejar de leer. Juro que no exagero. No es, ni mucho menos, una licencia literaria para este humilde espacio virtual. A lo mejor es mucho más sencillo y no soy más que un bicho raro. Quién sabe.

Ya apuntaba maneras de pequeño, deben saberlo. Comencé a leer pronto y, enseguida descubrí el placer de romper las directrices paternas respecto al horario razonable del descanso. Me escabullía pronto a la cama y ponía una toalla enrollada tapando la rendija bajo la puerta, para que la luz no me delatara y me dejaran tranquilo, al abrigo de la penumbra y el silencio. Viajando en el tiempo y el espacio, viviendo vidas que no eran las mías, colaborando en aventuras que casi siempre acababan bien... Así transcurrió mi infancia y parte de mi juventud, tratando de escapar a una existencia que no era siempre un camino de rosas. Gracias a este “entrenamiento” ahora puedo disfrutar de una excitación indescriptible a la hora de entrar en una librería, de oler a papel y tinta, de explorar las estanterías como un Colón cualquiera en busca de tierra firme. La sensación que me produce el dar la vuelta a la última página de un buen libro, creo que debe ser similar a la de triunfo de un escalador cuando alcanza la cima de una montaña; una sensación intensa, aunque breve, porque el escalador descubre pronto que no está realmente en la cúspide, sino en un repecho de una ascensión que parece no tener fin. Y a pesar de ello, continúa la escalada.

Para alguien como yo, un espacio de comunicación divulgativa de calidad es como un oasis en el desierto más árido. Y eso es justamente lo que he descubierto en el programa Pagina2, que se emite los domingos a las 20:15 en la segunda cadena de la televisión pública. Pagina2 es un oasis para los bichos raros como un servidor: un programa dedicado íntegramente a la literatura y la lectura. Sencillo, sereno, breve, con criterio, calidad y frescura. Es una propuesta dirigida, tanto al lector enfermizo como al cazador de best-sellers y está a años luz de aquellos programas “de eruditos con atril” de los que muchos huíamos como del fuego, todo pedantería y autosuficiencia. Tampoco ha sucumbido al corporativismo fácil y a la experimentación, defectos frecuentes en otros programas dedicados a la cultura - difíciles, poco accesibles y orientados a un público excesivamente minoritario - Además de ser un programa limpio, abierto y necesario – en la medida en la que favorece auténticamente el hábito lector o, cuando menos, la curiosidad por las listas de ventas – Pagina2 cuenta con una espléndida página web, donde podemos encontrar los vídeos completos de los programas emitidos, las secciones perfectamente estructuradas, un concurso de micro relatos, contenidos exclusivos, etc. Enhorabuena a los responsables de contenidos de TVE por un acierto rotundo. El programa es realmente recomendable. Vean y juzguen ustedes. Ya me dirán.

No hay comentarios: