Hace solo un par de artículos, me ponía como un basilisco hablando de la inconsciencia, la insolidaridad y la falta de respeto hacia los discapacitados. A pesar de que me extendí más de lo que suele ser habitual, me quedaron cosas en el tintero y prometí continuar con el asunto más adelante. Heme aquí, cumpliendo mi palabra. Antes quisiera explicar el por qué de tan inflamada reacción.
A pesar de no vivir sentado una silla de ruedas, debido a ciertas labores de periodismo de investigación – sí, amigos, ese género existe de verdad – me tocó, no hace mucho, subirme en una y comprobar cómo se ve la vida desde esa altura en una ciudad española cualquiera que, por vergüenza ajena no voy a citar. Experimenté de cerca cuántas y cuáles son las dificultades que, aún hoy, en pleno siglo XXI hay en muchos, muchísimos lugares. En fin, a lo que vamos. Que nadie piensa en los discapacitados y, si no me creen tomen nota y dénse una vuelta por su ciudad. A lo mejor se encuentran con alguna curiosidad que otra.
A lo mejor, solo a lo mejor, las aceras no tienen la altura adecuada y, lo que para cualquier peatón es un escalón de 10 cm., para una silla de ruedas equivale a un muro de casi un metro. Quizás muchos centros oficiales no tienen rampas o elevadores especiales, aunque parezca mentira. En caso de tener rampas, están puestas a las bravas, improvisando y sin tener en cuenta la inclinación estipulada por la normativa. Señores, una cosa es que faciliten el acceso a donde sea con una rampa y otra es que la rampa de las narices tenga más pendiente que el un puerto de montaña. ¿Qué debo hacer, doparme como los ciclistas?. Con un poco de mala suerte los dueños de perros y mascotas así no recogen las deposiciones y, si no las ves, empujando la silla te pueden quedar las manos como un Picasso. Del asunto de los aparcamientos ya he hablado largo y tendido, pero no parecen existir soluciones. Algunos cines y teatros no cuentan con espacios habilitados y tienes que plantarte en mitad del pasillo, con tu amiga la silla molestando al resto de espectadores.
Podría seguir hasta el infinito y más allá, como decía no sé quién en una película de Disney, pero en este asqueroso país, es más importante cómo lo está pasando Julián Muñoz en la cárcel – por robar a los ciudadanos que lo eligieron para gobernar en Marbella, recuerdo – que ocuparse de los problemas reales de la gente. Qué ¿Es o no es un punto? Como se dice en mi tierra, para las soluciones, me va a tocar esperar sentado. Bueno, a mi no, a muchos que no pueden hacer otra cosa que estar sentados el resto de su vida.
2 comentarios:
Uno de mis mejores amigos fue un discapacitado. Y para colmo tenía una deformación en su cuerpo asi que no podía hacer uso normal de sus brazos. Muchas veces le acompañé a hacer compras porque necesitaba que alguién le empujara la silla y le mostrara cosas que no podía alcanzar con las limitaciones de sus brazos.
Sé lo terrible que era para él estar asi. Sobre todo porque no encontraba una mujer que lo aceptara asi.
A la hora de ir al cine pasabamos muchos problemas. Era muy pesado para mi y no podía subirlo en los escalones. Siempre tuve que pedir ayuda y eso le hacía sentir humillado ante mi por ser mujer y tener que ayudarlo.
La gente no piensa en los discapacitados a la hora de construir. Conozco de cerca ese problema.
Excelente articulo.
También conozco de cerca el asunto Guine, y a veces me da tanta rabia que me dan ganas de gritar. De todas formas espero que la gente se vaya concienciando poco a poco, aunque no suele pasar si no se vive en carne propia. Un abrazo, me alegro de que te haya gustado.
L.B.
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