08 junio 2006

Silencio....se cierra

Cuando entras en el bar del barrio o en tu panadería de toda la vida, sin necesidad de decir nada, quien te atiende sabe perfectamente cómo tomas el café o si te gustan las barras muy tostadas o poco hechas. Eso supone que, además de cliente, puedes llegar a ser amiguete, y la relación educada y profesional del principio traspasa el mostrador, la ventanilla, la barra o lo que se tercie, para convertirse en otra cosa. Para alguien de costumbres como un servidor, un suceso como el de ayer por la tarde socava la confianza que se puede tener en ese nexo que forja el hábito. Permítanme que me explique:
Para huir de la ola de calor, fui a uno de mis refugios favoritos, por aquello de los gustos adquiridos en la niñez y también por el aire acondicionado. La sala de cine. Suelo acudir siempre al mismo cine, en pleno centro histórico de la ciudad, a medio paso de cafeterías, tiendas y demás, accesible a pie y con el encanto que da el estar ubicado en un hermoso edificio con solera. Diferentes circunstancias me habían alejado de este particular punto de peregrinaje en los últimos meses. La taquillera, siempre simpática y con memoria, recuerda invariablemente mis preferencias de asiento - Fila 7. Pasillo - y nunca se olvida de saludarme alegremente y preguntarme por mi vida, como lo haría el estanquero o el tendero de la esquina. Supongo que es normal si vas al cine una o dos veces por semana durante años. Ayer por la tarde se alegró de verme.

- ¡¡Hombre, cuánto tiempo!!
- Ya, es que ando liado
- ¿Qué tal va todo?
- Bien, vamos tirando
- Bueno, pues menos mal que has venido. Así aprovecho para despedirme
- ¿Y eso?
- Pues que éste domingo, no. El siguiente, cerramos
- Pero por vacaciones o ....
- Nada, cerramos el cine del todo
- ¿Y eso? ¡Qué pena!
- Ya, es que anda la cosa fatal
- Sí, últimamente se ha puesto el tema difícil
- En fin. ¿Qué vas a ver?
- X-Men
- Donde siempre ¿No? Aquí tienes.
- Gracias. ¡Qué lástima! Os voy a echar de menos
- A mí me va a pasar lo mismo con un montón de clientes. - Silencio - Pues nada, que te vaya bien y cuídate. Gracias por todo y a ver si nos vemos por ahí.
- A ver si es verdad. Chao y suerte

Pues eso, que me he quedado sin refugio. Así, sin más. El Top Manta, el DVD, Internet y el E-Mule se están cargando los cines de toda la vida. Esos de acomodador con galones en la chaqueta, molduras de yeso en el techo y telón recogido sobre la pantalla. Y, al marcharse, esos cines se llevan parte del encanto de las películas. Algo de la liturgia de los cinéfilos auténticos también cierra de un portazo, al igual que muchos recuerdos que se atesoran con cariño.
Parece mentira, pero hoy en día no se va al cine a disfrutar sino, muchas veces, de rebote. Paseamos como zombis por cualquier centro comercial y, después de comprar un bolso, un CD o una corbata, vemos que hay un cine en la planta superior y, ya que estamos, nos damos una vuelta. Y nos tragamos las películas en salas que son como oficinas y que se parecen entre sí como ovejitas clonadas. Lo que importa es ver al guapo del momento.
O me hago muy mayor o demasiado detallista, aún no estoy muy seguro, pero voy a echar de menos ese cine del centro, sobre todo porque era de los últimos cines propiamente dichos que quedaba en la ciudad. Ahora tendré que subirme al autobús durante un rato para ir a un centro comercial y buscar una sala de cine. ¿Acaso no es algo un poco absurdo?. Tengo la extraña sensación de que, todo lo que considero auténtico, se me escurre entre los dedos. Por muchos Home Cinema que venda el Corte Inglés

3 comentarios:

LaReinadelosMares dijo...

Cierto como la vida misma.
He conocido dos cines en pleno centro de mi ciudad que han echado el cierre por la abrumadora pérdida de clientes. Es que han puesto como cincuenta salas en un mega centro comercial y los tuneros prefieren butacas con el posavasos incluído. Los tiempos cambian, lord Brithuss, y nosotros con ellos, aunque a veces intentemos rebelarnos.

Brithuss dijo...

Yo no diría tanto rebeldía como nostalgia. Creo que mi afición (casi enfermiza) por el cine viene, por un lado de las características del medio en sí mismo y, por otro, por lo hermoso que era el primer cine al que fui cuando era niño. Cosas de la globalización, hija, que da más miedo que el Apocalipsis del que hablabas no hace mucho en tu página

L.B.

LaReinadelosMares dijo...

Qué cierto.Estoy casi segura (me quedan algunos experimentos por hacer) de que ese Apocalipsis vendrá de la mano de la Globalización total y definitiva que nos persigue como un perro a una salchicha alemana.