11 junio 2006

Y ustedes, ¿llevan boina?

A veces me sorprendo a mí mismo. Y lo peor es que no sé si me sorprendo para bien o para mal. Ayer estaba practicando uno de mis deportes de fin de semana favoritos, el teletumbing, cuando vi que en Cine de Barrio, de TVE estaban reponiendo, creo que por trigésima vez, El turismo es un gran invento, esa magna producción patria del tardo franquismo protagonizada por grandes de la escena como Paco Martínez Soria, Antonio Ozores o José Luis López Vázquez, entre otros. Pues bien. He de reconocer que, a pesar de haberla visto unas cuántas veces y de que estaba a más de la mitad del metraje, aguanté el tirón hasta el final feliz y el dabadabadá tan típico de las bandas sonoras de la época. No sé por qué extraña razón, los trabajos del difunto Martínez Soria me tocan la fibra sensible, la ternura y el sentimiento españolista un tanto rancio. Quizás sea porque se trata de películas sencillas e ingenuas que tienen un ligero sabor añejo, como un buen vino. O eso, o que me han poseído los espíritus maléficos de José Manuel Parada y Carmen Sevilla juntos.

Pero la razón principal de este artículo, además de confesar este pequeño pecadillo televisivo, no es el rememorar los últimos coletazos del Régimen, ni ponerme nostálgico por los titubeantes primeros pasos de nuestro país hacia el exterior, allá por los primeros setenta, en pleno apogeo de lo que algunos llamaron en su día el "desarrollismo". Lo que me estuvo el resto de la tarde dando vueltas entre neuronas fue la sensación que me dejó la reposición de marras. Salvando la distancia de los años y descartando algunos tópicos y planteamientos inocentes, tan propios de una dictadura que entonaba su canto de cisne, hemos cambiado bastante poco.
No me malinterpreten. La sociedad española, o de la federación de nacionalidades, autonomías o lo que sea este cacho de tierra donde vivimos, es muy distinta de la que reflejaba el director, Pedro Lazaga en su película. Los pueblos de la España profunda y tradicional como Valdemorillos del Moncayo, escenario parcial de la historia, están ahora deshabitados o debatiéndose por sobrevivir gracias a otro turismo distinto, el rural. Eso sí, de existir aún alguno, debe ser prácticamente igual que el que vemos en la película en cuestión. Eso por no hablar de la Marbella de los 70 y la de ahora - Suspiro desconsolado -.
Si visitamos cualquier ciudad hoy en día y prestamos atención al auténtico latir, que son sus habitantes, veremos trazas de ese provincianismo insano, de ese machismo verderón tan pasado de fecha. Todavía percibiremos ese derrotismo, ese sentimiento de inferioridad cuando nos comparamos con lo que viene de fuera. ¿Es que hoy en día, a muchos españolitos de a pie no se les cae todavía la baba cuando ven a una extranjera en "bikinini", ya sea americana, francesa, inglesa o sueca como las de antaño? ¿Acaso no nos morimos todavía de envidia de la mala cuando vemos lo adelantados que están algunos y lo retrasados que estamos nosotros en muchas cosas? ¿Es que no vivimos en un constante quiero y no puedo en multitud de facetas? En el fondo, somos todos más de pueblo que las amapolas. Y ante esta angustiosa realidad, casi siempre la misma reacción: "¡Qué quieres, chico! ¡Estamos en España!"
Pues a eso iba. Aunque han pasado muchos años, estamos en la Unión Europea, somos una democracia madura y toda la pesca... ya sea en pueblos perdidos del alto Aragón o en las ciudades más cosmopolitas, aún conservamos, cual tesoros de museo, ejemplares y mentalidades typical spanish. Sólo nos falta volver a poner de moda la boina de toda la vida. Encasquetada a rosca y hasta las cejas, por supuesto, que para algo somos españoles.

6 comentarios:

Octavio dijo...

Estimado señor Lord Brithuss, comparto con usted el gusto por las películas del actorazo Paco Martínez Soria, todo un personaje que llegó al cine cansado de hacer "obritas" de otro españolazo como fue Miguel Mihura. Estamos hablando de cintas que se hacían en 2 o 3 semanas, casi sin repetir "tomas" y con los papeles aprendidos "de memoria" (impensable en el cine de hoy día).

Yo apuesto por la vuelta a lo rural, a lo nuestro (aunque algunos digan que eso es malo).

No quiero ser agorero, pero con la retirada de los fondos estructurales a lo mejor tenemos que volver a la añorada época de Paco Martínez Soria, con el mundo rural en decadencia, una industrialización falsa y mediocre y lo peor de todo: ocho millones de pobres. Me voy a dejar de escribir que me estoy poniendo demasiado trágico.

Saludos a todos.

LaReinadelosMares dijo...

Muy de acuerdo con su magnífico artículo. Fíjese que yo vivo en una ciudad dedicada, casi en exclusiva, al turismo y veo escenas tremendas cada día. llevan. Parece mentira, pero no hemos avanzado casi nada en cuanto al comportamiento en sociedad, me refiero, sobre todo, a la idea que aún se tiene de que a los turistas hay que engañarles y cobrarles mucho más caro que al resto (y créame que esto ocurre a diario), encima que viene a verte, que se vayan echando pestes, a ver si no vuelven y te mueres de hambre.
La sociedad española es mucho más reacia al cambio que el resto de las europeas, a cualquier tipo de cambio.

Brithuss dijo...

Y lo que yo digo es que este país y sus habitantes, los españolitos, tenemos mucho potencial, que las cosas no tienen por qué ser como son. Si ya es una pasada vivir aquí (nuestro nivel de vida y nuestra gastronomía es envidiada allende los mares) imagínense si pusiésemos de nuestra parte por avanzar todos en la misma dirección. (Sigh) Aspiraciones libertarias que tiene uno, a pesar de la edad

L.B.

il codino divino dijo...

Tanto es así que fijate tú el ridículo que hacemos cuando desde que somos democracia ningún presidente ha hablado inglés, cuando ves a nuestros futbolistas haciendo el gamba con el a por ellos, cuando engañan a medio país vendiendo sellos que no existían, cuando el marca sigue siendo el periódico más vendido,...que sí, que seguimos siendo muy paletitos...en el fondo, no hace tanto de aquello.

LaReinadelosMares dijo...

Y están muy bien, pero tenga en cuenta que el deseo más ferviente del español medio es ser funcionario para darse de baja por enfermedad (imaginaria, claro) de tres a cinco veces al año durante cinco/siete días, si no más.
Con unos ideales tan altruístas, ¿cómo puede avanzar un país?
Si aquí el que no corre, vuela, pero siempre en la misma dirección.

(Algunos comentarios no le llegarán porque veo fatal las letrujas de verificación, perdóneme pero discúlpeme).

Brithuss dijo...

Querida Reina:
Interesante su apreciación. Me ha dado la excusa perfecta para terminar de cimentar un artículo que espero publicar en breve. Gracias por sus habituales y mordaces comentarios. Gracias también por la fidelidad blogera. Octavio, Il Codino... también va por vosotros.

L.B.

PD: Por cierto, ya está bien de formalidades ¿Por qué no nos tuteamos todos, al menos en los foros y comentarios? No creo que seamos tan mayores para andar con historias ;-D Y ahora que ya pillamos confianza...