07 febrero 2006

Yo solo leo Mortadelos

Y menos mal, porque como me dé por ver las tiras cómicas de los periódicos... Es una lástima que las imágenes que vemos, de exaltados incendiando embajadas, hagan fácil la errónea asociación entre Islam y sinrazón, de islamismo y terrorismo. Y es una pena porque el Islam es mucho más rico, más lleno de matices y valores positivos de los que desde occidente percibimos. Pero claro, la “polémica de las caricaturas” nos trae de cabeza. Me sorprendí hace unos días al saber que las consabidas y desafortunadas ilustraciones no son recientes, sino que fueron publicadas ¡¡el pasado mes de septiembre!! ¿Qué ha pasado todo este tiempo, por qué estalla la indignación justamente ahora? ¡Vaya coincidencia más extraña ésta de que los altercados en los países islámicos coincidan con la incómoda situación de Irán por su política nuclear!. Lo que veo claro es que esta oleada de violencia es de todo menos espontánea, y que no se trata únicamente de unos insultantes dibujitos.
No digo que no exista un enfrentamiento entre el principio de libertad de expresión y la prohibición expresa del Corán de representar de forma alguna las figuras de Alá y Mahoma. A veces resulta difícil conciliar libertades y derechos fundamentales básicos con principios religiosos, por definición estrictos y excluyentes, pero el principio de proporcionalidad brilla por su ausencia. Ninguna ofensa, intencionada o no, merece semejante respuesta. También es cierto que ningún editor de prensa puede obviar que hay temas en los que hay que andar de puntillas o con pies de plomo, como se prefiera. Bajo la indignación saeteada contra occidente se esconden otras razones, profundas y complejas, se intuyen pero creo que son difíciles de identificar y explicar. Al menos, a mí se me escapan.
Representantes del mundo islámico afirman que, a pesar de que se les está tocando el turbante con este tema, es conveniente que las aguas vuelvan a los cauces de la prudencia y el entendimiento. Los promotores de la alianza de civilizaciones llaman al diálogo y el respeto. Pues verán ustedes, lo veo difícil. Si al victimismo violento de los fundamentalistas sumamos la falta de cordura de los otros radicales, los de aquí, que ya están afilando las espadas de la enésima cruzada contra el infiel (¡¡¡A las armas, que nos ataca la morisma!!!) lo de entenderse es una utopía, para qué engañarse. Y aquí en España, para hacerlo más divertido, lo estamos aderezando todo con nuestra política y partidismo doméstico. ¡¡Qué asco, sinceramente!!
Lo que más asusta es que nos conviene, es mucho más cómodo y rápido que “el malo” sea el de enfrente. ¿Para qué molestarse en conocer al vecino, en leer el Corán o la Biblia con ánimo constructivo y abierto?. Los conciliadores se quedan solos. En breve, me veo con coraza templaria defendiendo Tierra Santa y aledaños.

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