
Es la traducción prácticamente literal del término “Jackass”, palabra que da título a un exitoso programa televisivo que emite la MTV. En este pozo de cultura y sensatez catódica podemos ver a un grupo de jovenzuelos – rozando la treintena, nada de adolescentes alterados por las hormonas – haciendo el estúpido.
Colocarse una medusa en la cara para después curar la irritación cutánea con la orina propia, lanzarse escaleras abajo a lomos de una silla de oficina, una pelea de boxeo sobre zancos en un ring de estiércol de vaca, colocarse un cartel publicitario del programa, fijado con grapas directamente sobre la piel para pasearse en calzoncillos a las puertas de un centro comercial... Estos son sólo algunos ejemplos de las divertidas actividades que estos descerebrados graban en vídeo – casi siempre casero, por aquello de la autenticidad – y que emite una emisora en principio dedicada a los vídeos musicales, con notable rentabilidad de crítica y público. Tal es la acogida, que hace ya tiempo las correrías de estos amigos de lo absurdo llegaron a la pantalla grande. A quien le parezca entretenida esta muestra del nivel al que nos han llevado dos mil años de evolución, pues vale, que se lo grabe para hacer sesiones non stop en sus ratos libres.
Lo que me parece más criticable es que, además del componente surrealista, estas grabaciones tienen presente casi siembre un punto de violencia, voluntaria y auto infligida, eso sí, pero que no es nada productiva y que se ve reforzada y en parte aprobada por las carcajadas del personaje que graba la fechoría en cuestión, por muy salvaje que ésta parezca en principio, aprobación implícita que se extiende a quien la emite y a quien elige ésta opción de entre la triste oferta televisiva actual. A pesar de que los productores del programa advierten al inicio del programa que los protagonistas son absolutamente estúpidos y que no aconsejan la emulación de las hazañas, por la red pueden verse infinidad de réplicas a manos de seguidores o aprendices, eso sí, mucho más violentas y absurdas. Vamos, que me parto la caja. Estas copias o “versiones mejoradas” también encuentran su difusión en la televisión generalista a través de programas dedicados al zapping o gracias a versiones españolizadas, aunque más light – pienso en 6 Pack, de Cuatro –. Y claro, llega el momento en que la violencia ejercida sobre uno mismo llega aburrir y se pasa al siguiente escalón: ejercerla sobre los demás para divertirnos, y para que quede constancia de lo valientes y enrollados que somos, lo grabamos en vídeo y lo difundimos con orgullo. Evidentemente, la alarma social salta enseguida y en los informativos se llevan las manos a la cabeza mientras los expertos se preguntan ¿En qué fallamos los padres? ¿Se han vuelto locos los jóvenes? ¿Hay una crisis en nuestro sistema educativo y de valores? No, señores, tranquilos que es mucho más sencillo. Es que somos tontos del culo.
Colocarse una medusa en la cara para después curar la irritación cutánea con la orina propia, lanzarse escaleras abajo a lomos de una silla de oficina, una pelea de boxeo sobre zancos en un ring de estiércol de vaca, colocarse un cartel publicitario del programa, fijado con grapas directamente sobre la piel para pasearse en calzoncillos a las puertas de un centro comercial... Estos son sólo algunos ejemplos de las divertidas actividades que estos descerebrados graban en vídeo – casi siempre casero, por aquello de la autenticidad – y que emite una emisora en principio dedicada a los vídeos musicales, con notable rentabilidad de crítica y público. Tal es la acogida, que hace ya tiempo las correrías de estos amigos de lo absurdo llegaron a la pantalla grande. A quien le parezca entretenida esta muestra del nivel al que nos han llevado dos mil años de evolución, pues vale, que se lo grabe para hacer sesiones non stop en sus ratos libres.
Lo que me parece más criticable es que, además del componente surrealista, estas grabaciones tienen presente casi siembre un punto de violencia, voluntaria y auto infligida, eso sí, pero que no es nada productiva y que se ve reforzada y en parte aprobada por las carcajadas del personaje que graba la fechoría en cuestión, por muy salvaje que ésta parezca en principio, aprobación implícita que se extiende a quien la emite y a quien elige ésta opción de entre la triste oferta televisiva actual. A pesar de que los productores del programa advierten al inicio del programa que los protagonistas son absolutamente estúpidos y que no aconsejan la emulación de las hazañas, por la red pueden verse infinidad de réplicas a manos de seguidores o aprendices, eso sí, mucho más violentas y absurdas. Vamos, que me parto la caja. Estas copias o “versiones mejoradas” también encuentran su difusión en la televisión generalista a través de programas dedicados al zapping o gracias a versiones españolizadas, aunque más light – pienso en 6 Pack, de Cuatro –. Y claro, llega el momento en que la violencia ejercida sobre uno mismo llega aburrir y se pasa al siguiente escalón: ejercerla sobre los demás para divertirnos, y para que quede constancia de lo valientes y enrollados que somos, lo grabamos en vídeo y lo difundimos con orgullo. Evidentemente, la alarma social salta enseguida y en los informativos se llevan las manos a la cabeza mientras los expertos se preguntan ¿En qué fallamos los padres? ¿Se han vuelto locos los jóvenes? ¿Hay una crisis en nuestro sistema educativo y de valores? No, señores, tranquilos que es mucho más sencillo. Es que somos tontos del culo.
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