29 diciembre 2005

Oro Negro

No el que va en barriles, procedente de Texas o del desierto de Arabia Saudí. Me refiero a una clase de riqueza que está llamando la atención a otras grandes empresas internacionales que, al igual que las petrolíferas, mueven enormes cantidades de dinero: los clubes de fútbol europeos. El potencial del continente africano, en lo que se refiere al deporte rey, no es flor de un día ni una novedad dentro del mundillo futbolístico. Desde hace unos años, muchas estrellas de equipos importantes provienen de países como Guinea o Costa de Marfil. Recuerdo que, hace poco, en los campeonatos mundiales, equipos como éstos provocaban poco menos que lástima. España – Nigeria ¡¡Vaya chollo!! Durante el mundial que se celebra en Alemania este verano, los que entienden de esto dicen que, salvando a los grandes favoritos – Brasil o Argentina, por ejemplo – hay que prestar atención a estos países que pueden, si no ganar el campeonato, al menos dar algún susto importante a selecciones consagradas – suspiro resignado al pensar en la Furia Roja de Luis Aragonés –.

Los días 27, 28 y 29 de diciembre se celebró, en el municipio tinerfeño de Arona, el X Campeonato Internacional Alevín de Fútbol 7 organizado por el programa deportivo El Larguero de la Cadena SER. Por encima de grandes conjuntos nacionales como el Real Madrid o el FC Barcelona, superando claramente a equipos con nombre como el Inter de Milán, la gran sorpresa del Torneo ha sido, sin duda, la selección alevín de Camerún, protegida y patrocinada por Samuel Eto’o, que llegó a la final y puso en serios apuros al ganador, el RCD Espanyol.
Este pequeño grupo de chavales ha vivido, sin duda una experiencia inolvidable en cuanto a convivencia, aprendizaje y desarrollo deportivo. Además, muchos ojeadores de clubes europeos – estos eventos están plagados de ellos – estarán ya tomando nota de nombres como Etock, Moussima o Ateba, y pronto veremos a algunos de ellos formándose en las escuelas de algún coloso del fútbol. Pero la triste realidad es que todos ellos volverán a su país después de unas vacaciones de tres días en Tenerife, a sus campos de tierra, a sus casas humildes, a sus barrios repletos de problemas que en el Primer Mundo ni siquiera imaginamos.
¿En serio puede pensarse que los países africanos sólo valen para esto, para dar atletas profesionales? Al igual que ocurre en el deporte, África espera su oportunidad, una mano tendida que, lejos de exprimir sus recursos naturales, la trate como lo que realmente es: un pozo repleto de oro negro en todos los sentidos, un gigante con ansias de salir del agujero en el que Occidente – ¡Qué asco me doy a veces! – le hunde constantemente. Lo más seguro es que prefiramos dejar África tal y como está para poder enviar nuestra “ayuda humanitaria” y limpiar nuestras cochinas conciencias.

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