Revisando mi disco duro, encontré un documento que me enviaron por e-mail hace tiempo y que he decidido atesorar para releer de cuando en cuando y recordar cómo era mi universo cuando era enano. Es curioso, pero este texto refleja, casi línea por línea, muchas de mis experiencias de infancia y juventud. Lo único que lamento es no conocer al autor original de esta pequeña maravilla para felicitarle públicamente y echar unas risas recordando otros tiempos – cómo se van notando los estragos de la edad! – que no siempre son mejores, aunque a veces me asaltan dudas. Seguro que muchos de vosotros os sentiréis identificados.
-------------------------------------------------------------------------------La verdad es que no sé cómo hemos podido sobrevivir a nuestra infancia. Fuimos la generación de la “espera”. Nos pasamos nuestra infancia y juventud esperando. Teníamos que hacer dos horas de digestión para no morirnos en el agua, dos horas de siesta para poder descansar, nos dejaban en ayunas toda la mañana del domingo hasta la hora de la comunión, los dolores se quitaban esperando.
Mirando atrás es difícil creer que sigamos vivos los de la España de antes: Nosotros viajábamos en coches sin cinturones de seguridad traseros, sin sillitas especiales y sin air-bag. Hacíamos viajes de 10 o 2 horas, con cinco personas en un 600 o en un Renault 4 y no sufríamos el síndrome de la clase turista.
No tuvimos puertas con protecciones, armarios o frascos de medicinas con tapa a prueba de niños. Andábamos en bicicleta sin casco, ni protectores para rodillas ni codos. Hacíamos autostop y más tarde íbamos en moto, sin papeles.
Los columpios eran de metal con esquinas en pico, y jugábamos a "lo que hace la madre hacen los hijos", esto es: A ver quien era el mas bestia. Pasábamos horas construyendo nuestros "vehículos" con trozos de rodamientos para bajar por las cuestas y sólo entonces descubríamos que nos habíamos olvidado de los frenos. Después de chocar con algún árbol, aprendimos a resolver el problema. Jugábamos a "churro va" y al pañuelo y nadie sufrió hernias ni dislocaciones vertebrales.
Salíamos de casa por la mañana, jugábamos todo el día, y sólo volvíamos cuando se encendían las luces de la calle. Nadie podía localizarnos. No había móviles. Eso sí nos buscábamos maderas en los contenedores o donde fuera y hacíamos una caseta para pasar allí el rato.
Nos rompíamos los huesos y los dientes y no había ninguna ley para castigar a los culpables. Nos abríamos la cabeza jugando a guerra de piedras y no pasaba nada, eran cosas de niños y se curaban con Mercromina (roja) y unos puntos y al día siguiente todos contentos. La mitad de los compañeros de clase tenía la barbilla rota o algún diente mellado, o alguna pedrada en la cabeza...
Tuvimos peleas y nos partíamos la cara unos a otros y aprendimos a superarlo. ¡¡¡Íbamos a clase cargados de libros y cuadernos, todo metido en una mochila que, rara vez, tenía refuerzo para los hombros y, mucho menos, ruedas!!!
Comíamos dulces y bebíamos refrescos, pero no éramos obesos. Si acaso alguno era gordo y punto. Estábamos siempre al aire libre, corriendo y jugando. Compartimos botellas de refrescos y nadie se contagio de nada. Sólo nos contagiábamos los piojos en el cole. Cosa que nuestras madres arreglaban lavándonos la cabeza con vinagre caliente.
No tuvimos Playstations, Nintendo 64, vídeo juegos, 99 canales de televisión, películas en DVD, sonido surround, móviles, ordenadores e Internet, pero nos lo pasábamos de lo lindo tirándonos globos llenos de agua y arrastrándonos por los suelos destrozando la ropa. Nosotros sí tuvimos amigos. Quedábamos con ellos y salíamos. O ni siquiera quedábamos, salíamos a la calle y allí nos encontrábamos y jugábamos a las chapas, a la peonza, a las canicas, a la lima, al rescate..., en fin... tecnología punta...
Íbamos en bici o andando hasta la casa de los amigos y llamábamos a la puerta. ¡Imagínense!, sin pedir permiso a los padres, nosotros solos, allá fuera, en el mundo cruel! ¡Sin ningún responsable! ¿Cómo lo conseguimos? Hicimos juegos con palos, botellas y balones de fútbol improvisados, y comimos pipas y, aunque nos dijeron que pasaría, nunca nos crecieron en la tripa ni tuvieron que operarnos para sacarlas. ¡¡¡Bebimos agua directamente del grifo de las fuentes de los parques, agua sin embotellar, donde chupaban los perros!!! Íbamos a cazar lagartijas y pájaros con la escopeta de perdigones o con el tiraguebos, antes de ser mayores de edad y sin adultos, ¡¡DIOS MÍO!!
En los juegos de la escuela, no todos participaban en los equipos. Los que no lo hacían, tuvieron que aprender a lidiar con la decepción. Algunos estudiantes no eran tan inteligentes como otros y repitieron curso. ¡Que horror, no inventaban exámenes de recuperación!
Veraneábamos durante tres meses, casi siempre en el pueblo, y pasábamos horas al sol sin protección solar 15, sin clases de vela, o surf, pero sabíamos construir castillos de arena con foso y pescar con arpón.
Y ligábamos con las chicas persiguiéndolas para tocarles el culo y jugando a beso, verdad y atrevimiento, no en un chat diciendo :) :D :P Éramos responsables de nuestras acciones y arreábamos con las consecuencias. No había nadie para resolver eso. La idea de un padre protegiéndonos si transgredíamos alguna ley era inadmisible. Si acaso nos soltaban un guantazo o un zapatillazo y te callabas. Tuvimos libertad, fracaso, éxito y responsabilidad, y aprendimos a crecer con todo ello.
¿Tú eres uno de ellos? ¡Enhorabuena!Haz llegar este escrito a otros que tuvieron la suerte de crecer como niños...
Mirando atrás es difícil creer que sigamos vivos los de la España de antes: Nosotros viajábamos en coches sin cinturones de seguridad traseros, sin sillitas especiales y sin air-bag. Hacíamos viajes de 10 o 2 horas, con cinco personas en un 600 o en un Renault 4 y no sufríamos el síndrome de la clase turista.
No tuvimos puertas con protecciones, armarios o frascos de medicinas con tapa a prueba de niños. Andábamos en bicicleta sin casco, ni protectores para rodillas ni codos. Hacíamos autostop y más tarde íbamos en moto, sin papeles.
Los columpios eran de metal con esquinas en pico, y jugábamos a "lo que hace la madre hacen los hijos", esto es: A ver quien era el mas bestia. Pasábamos horas construyendo nuestros "vehículos" con trozos de rodamientos para bajar por las cuestas y sólo entonces descubríamos que nos habíamos olvidado de los frenos. Después de chocar con algún árbol, aprendimos a resolver el problema. Jugábamos a "churro va" y al pañuelo y nadie sufrió hernias ni dislocaciones vertebrales.
Salíamos de casa por la mañana, jugábamos todo el día, y sólo volvíamos cuando se encendían las luces de la calle. Nadie podía localizarnos. No había móviles. Eso sí nos buscábamos maderas en los contenedores o donde fuera y hacíamos una caseta para pasar allí el rato.
Nos rompíamos los huesos y los dientes y no había ninguna ley para castigar a los culpables. Nos abríamos la cabeza jugando a guerra de piedras y no pasaba nada, eran cosas de niños y se curaban con Mercromina (roja) y unos puntos y al día siguiente todos contentos. La mitad de los compañeros de clase tenía la barbilla rota o algún diente mellado, o alguna pedrada en la cabeza...
Tuvimos peleas y nos partíamos la cara unos a otros y aprendimos a superarlo. ¡¡¡Íbamos a clase cargados de libros y cuadernos, todo metido en una mochila que, rara vez, tenía refuerzo para los hombros y, mucho menos, ruedas!!!
Comíamos dulces y bebíamos refrescos, pero no éramos obesos. Si acaso alguno era gordo y punto. Estábamos siempre al aire libre, corriendo y jugando. Compartimos botellas de refrescos y nadie se contagio de nada. Sólo nos contagiábamos los piojos en el cole. Cosa que nuestras madres arreglaban lavándonos la cabeza con vinagre caliente.
No tuvimos Playstations, Nintendo 64, vídeo juegos, 99 canales de televisión, películas en DVD, sonido surround, móviles, ordenadores e Internet, pero nos lo pasábamos de lo lindo tirándonos globos llenos de agua y arrastrándonos por los suelos destrozando la ropa. Nosotros sí tuvimos amigos. Quedábamos con ellos y salíamos. O ni siquiera quedábamos, salíamos a la calle y allí nos encontrábamos y jugábamos a las chapas, a la peonza, a las canicas, a la lima, al rescate..., en fin... tecnología punta...
Íbamos en bici o andando hasta la casa de los amigos y llamábamos a la puerta. ¡Imagínense!, sin pedir permiso a los padres, nosotros solos, allá fuera, en el mundo cruel! ¡Sin ningún responsable! ¿Cómo lo conseguimos? Hicimos juegos con palos, botellas y balones de fútbol improvisados, y comimos pipas y, aunque nos dijeron que pasaría, nunca nos crecieron en la tripa ni tuvieron que operarnos para sacarlas. ¡¡¡Bebimos agua directamente del grifo de las fuentes de los parques, agua sin embotellar, donde chupaban los perros!!! Íbamos a cazar lagartijas y pájaros con la escopeta de perdigones o con el tiraguebos, antes de ser mayores de edad y sin adultos, ¡¡DIOS MÍO!!
En los juegos de la escuela, no todos participaban en los equipos. Los que no lo hacían, tuvieron que aprender a lidiar con la decepción. Algunos estudiantes no eran tan inteligentes como otros y repitieron curso. ¡Que horror, no inventaban exámenes de recuperación!
Veraneábamos durante tres meses, casi siempre en el pueblo, y pasábamos horas al sol sin protección solar 15, sin clases de vela, o surf, pero sabíamos construir castillos de arena con foso y pescar con arpón.
Y ligábamos con las chicas persiguiéndolas para tocarles el culo y jugando a beso, verdad y atrevimiento, no en un chat diciendo :) :D :P Éramos responsables de nuestras acciones y arreábamos con las consecuencias. No había nadie para resolver eso. La idea de un padre protegiéndonos si transgredíamos alguna ley era inadmisible. Si acaso nos soltaban un guantazo o un zapatillazo y te callabas. Tuvimos libertad, fracaso, éxito y responsabilidad, y aprendimos a crecer con todo ello.
¿Tú eres uno de ellos? ¡Enhorabuena!Haz llegar este escrito a otros que tuvieron la suerte de crecer como niños...
1 comentario:
me parece un texto sublime y cargado de razón. muchas gracias por recomendarmelo.
yo muchas veces me he llegado a plantear el futuro de la diversión a cuenta de esto... ¿si con 10 años hace falta un ordenador o una consola para pasarlo bien, que hara falta con 20 o 30 años?...
ahora podemos vivir mucho más a través de los medios creados de lo que jamás podremos vivir en la vida real, es una pena. pero lo peor es que esos medios conformen la vida que mas valoramos, o la única vida...
un saludo!!
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