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Condenado a galeras
Existen varias metáforas – todas ellas seudo poéticas y bastante cursis – para definir esta experiencia tan extrema, compleja y breve que es la vida. Por lo que respecta a un servidor, a veces veo la vida como una travesía en barco en la que, si no remas, se te viene el cascarón abajo, así sin más. A pique en un momento. Nuestra labor debe repartirse, visto así, entre el mantenimiento diario del barco, la vigilancia de todo el aparejo, las provisiones, las defensas contra los piratas, la consulta de los mapas, y todo esto, sazonado por ese puntito de incertidumbre sobre la fuerza y la dirección que tomará el viento, o la ubicación de escolleras y bancos de arena. La parte más reciente de mi travesía particular ha tenido de todo un poco: He disfrutado de días apacibles en los que me he reflejado en la superficie del mar, lisa como un espejo; me he regalado atardeceres acodado en el puente, confortado por la inestimable compañía de esa tripulación que conforman mis auténticos amigos. He vivido también jornadas realmente complicadas, tratando de gobernar mi barco, gritando por encima de la ventisca y he padecido noches de insomnio y miedo por la altura que tomaban las olas de tempestades realmente aterradoras, que parecían atraerme hacia el abismo.
Dos años enteros. Setecientos treinta días. Diecisiete mil quinientas veinte horas. Y en todas y cada una de esas horas, sin descanso y con independencia del estado de ánimo o las fuerzas del capitán, ha tocado remar. No ha habido más remedio que dejarse los brazos y la espalda, tratando de horadar la superficie del mar con palas endebles hechas de ilusión, esperanzas, sueños y lecciones adquiridas a golpe de desengaño. Y desde que saliese hace dos años de puerto, he dado cuenta de muchas de mis experiencias y pensamientos en este particular cuaderno de bitácora, en este maltrecho diario de abordo. Y como espías cariñosos, llenos de curiosidad y afecto, han estado siempre ahí, mis queridos lectores. A pesar de las ausencias y la dejadez, a pesar de los agobios por lo exigente de mi embarcación. Les doy a todos las gracias en este segundo aniversario.
Me aproximo a un nuevo puerto, un abrigo en el que reparar mi barco, cargarlo de provisiones y pertrecharlo para la siguiente parte de la travesía, que se adivina larga, llena de nubarrones, marejadas y trampas ocultas. La entrada a este muelle es complicada y requiere cautela, esfuerzo y, por qué no decirlo, un poco de suerte. Ahora bien, si consigo atracar con éxito, cuando salga de nuevo del muelle, mi barco será ma
gnífico y podrá rivalizar con las goletas más intrépidas. Por ello no escribo tanto como debiera, queridos amigos. Les pido disculpas por ello. Estoy en cubierta, con las piernas separadas y las manos apoyadas en las caderas, vigilando cada corriente y cada recodo de la costa. Pero a pesar de todo, no olvido ser agradecido con quien me ha seguido en todo este tiempo. Les prometo que no olvidaré a los lectores de este diario de abordo, y garantizo que, dentro de otro año, tendremos muchas más aventuras que compartir. Gracias una vez más por acompañarme en mi viaje y gracias también por darme fuerzas para remar.
5 comentarios:
Estimado Lord, es una alegría para nosotros volver a saber de tí.
Es acertada la metáfora que haces; cada cual lleva su barco lo mejor que puede y pese a las adversidades seguimos aquí, aunque a veces tengamos los brazos demasiado cansados de tanto remar para no llegar a puerto.
Cuenta con nosotros para repartir cañonazos en caso de abordaje, que los habrá.
La masa P5 sabe nadar y tienen lanchas fueraborda, estamos al quite.
Un abrazo, Lord.
La Cancilleria.
amiguísimo Brithuss:
te echábamos de menos, desde luego, los que nos consideramos tus incondicionales seguidores. me alegra volver a leerte, querido compañero de blogosfera.
y qué quieres que te diga, que ojalá estés condenado a romperte el lomo en la galera durante toda la eternidad, pues tu blog y tu prosa bien merecen la pena. y sabes que lo afirmo con sincera admiración y devoción. de momento, ya llevas dos años. enhorabuena! magnífica bitácora!
un gran abrazo
p.d.: gracias por tu apoyo, tu criterio y los consejos periodísticos que me brindas estos días. ya sabes a lo que me refiero.
Queridos compañeros tripulantes:
Amigos de la Cancillería: No se hacen vuecencias una idea de la alegría que me da comprobar que, a pesar de todo, aún siguen mis pasos. Sois, excelencias, de los primeros, por lo que aprecio vuestra fidelidad y vuestros ácidos comentarios (inasequibles al desaliento en nuestra lucha anti P5) por partida doble. Espero tener el tiempo y la serenidad necesarios para sentarme con calma al teclado y repartir mandobles a diestro y siniestro, somo sé que os gusta que lo haga. Un abrazo y gracias por seguir ahí
Aitor: Los elogios son como los regalos de navidad: No importa lo que sean, sino de quién venga el gesto. Proviniendo de un amigo, el valor es incalculable. Sabes que aprecio tus críticas y comentarios por lo sinceros y atinados, y que te declares públicamente como seguidor asiduo es, a partes iguales, motivo de orgullo y de responsabilidad. Espero contar con tu amistad y tu apoyo (con blog o sin él) por los siglos de los siglos. A día de hoy, ya sabes que el mío está en tu mochila, sin condiciones. Un saludo, compañero
PD: Algún día, cuando esté lo suficientemente borracho, te dejaré claro quién es, entre nosotros, el que alecciona y quién el aprendiz. Y también sabes a lo que me refiero.
Lord Brithuss
vaya... primera vez que te leo y me haz dejado con la boca abierta, me ha encntado este post y muchas felicidades por los dos años que haz cumplido en la blogosfera, me gusta tu manera de ver la vida.
Saludos..
¡FELICITACIONES!, capitán.
A veces, conviene dejar de remar, izar las velas y confiar en el viento.
Un abrazo.
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