27 abril 2007

¡Menuda banda! (Oda al artificio)

Al final va a ser cierto eso de que la primavera la sangre altera. Es de agradecer que llegue el buen tiempo, tras los rigores del seco y rácano invierno castellano, para que el sol arranque de cada rincón, de cada centímetro cuadrado de piel toda la vida adormilada por el frío. Con la primavera parece que recobramos la agudeza y la plenitud de cada uno de nuestros sentidos e instintos – castos e indecorosos sin distinción –. Vamos, que el cambio de tiempo me puso de buen humor el otro día y decidí disfrutar de la nueva estación dando un paseo para cargar las pilas.

Mientras deambulaba por el centro, esperando a unos amigos con los que había quedado para comer, noté que en la calle había algo fuera de lugar: Entre el gentío y de forma aleatoria, como diamantes en un saco de arena, pude ver a muchos jóvenes vestidos de punta en blanco, dignos de llamar la atención en cualquier enlace de familia real. Casi todos iban acompañados por los que imaginé eran sus familiares, lo que me puso sobre aviso. La segunda y definitiva pista sobre lo que ocurría fue un trozo de fieltro de color naranja, pulcramente doblado en las manos de una jovencita espectacular, con vestido negro y provocador, escote palabra de honor y vertiginosos tacones de aguja. A su cintura iba acoplado un cincuentón, con la sonrisa XXL y el pecho a punto de reventar de puro orgullo. La luz se hizo en mi cerebro. A estas alturas del año, con una climatología benefactora y en una de las ciudades con más rancia y arraigada tradición universitaria de toda Europa, tan sólo podía tratarse de una ceremonia de graduación – conocida también como imposición de bandas o imposición de becas –. No era más que una muestra más de nuestra ineptitud y de la capacidad del ser humano por convencerse a sí mismo de que el envoltorio del caramelo es lo que hace que sea dulce y apetecible.

Tras tu paso por la facultad – cargado de éxitos o plagado de urgencias, eso da igual –, se supone que el ciclo no se completa del todo si no te vistes de gala y dejas que te cuelguen – con pompa y boato, por supuesto – el citado complemento de color chillón. Si quieres ser alguien de provecho se supone que tienes que escuchar discursos vacíos en la absurda ceremonia, palabrería carente de empatía y significado, vomitada por profesores a los que no tienes por qué respetar, tras años de ganarse a pulso el título de inepto profesional y dar muestras de la más absoluta de las desidias. Bien es cierto que existen excepciones, aunque escasas. No obstante, parece que, si quieres que el término "universitario" adquiera sentido completo debes entonar con ojos lagrimosos el Laudeamos Igitur, en compañía de jóvenes, tan iletrados e inexpertos como tú mismo, colegas a los que, en la mayoría de los casos no volverás a ver en la vida. Se me hizo un nudo en el estómago al darme cuenta de que, en su día, no había cumplimentado el ritual en cuestión. ¿Debo acudir a las entrevistas de trabajo con la orla bajo el brazo? ¡Si tampoco tengo! ¡Jesús, qué incertidumbre!. Mientras avanzaba sumido en estas sesudas reflexiones, me crucé con varios licenciados más. Algunos de ellos, incapaces de poner fin a la sublime ceremonia, aún llevaban puesta la banda – anacrónica sobre la impecable vestimenta – con la misma naturalidad con la que se llevan el bolso, las gafas o el reloj. Imagino que querían ondear al viento su particular bandera de excelencia académica, seña de identidad de una extraña elite a la que no consigo comprender, a pesar de mis esfuerzos.

Tuve que morderme la lengua para no sucumbir a la carcajada. Excelencia académica. ¡Menudo concepto! Me pregunto si la beca otorga de manera automática madurez, preparación, poso intelectual, cordura,... ¿Acaso un trozo de tela posado sobre los hombros es arma suficiente para enfrentarse al mercado laboral, a la incompetencia – propia o ajena –, a la falta de criterio, a la desorientación que reina hoy día en todas las facetas de la vida? A los papás, a los estudiantes, a todos nosotros, en general, eso nos da exactamente lo mismo. Obviamos el contenido para darle auténtico significado al continente. Da igual que el interior esté podrido si tu aspecto es resplandeciente. Si en la ceremonia, sea académica, civil o religiosa, deslumbras a la concurrencia, el significado de la misma carece de importancia. Nuestra única misión es sonreír y posar adecuadamente para que pueda mostrarse con orgullo el álbum de fotos el día de mañana. No había una sola nube en el cielo, pero el sol no calentaba tanto como cuando me tiré a la calle aquella mañana. Afortunadamente, aún me queda primavera por delante.

8 comentarios:

Kaiser y Raistlin dijo...

Apreciado Lord, el sol hubiera calentado más si en lugar de tirarte a la calle aquella mañana, te hubieras tirado a la muchacha con vertiginosos tacones de aguja.
Deseos aparte, tienes razón. Los P5 son felices en su envoltorio y no les toques el celofán que se descomponen.
Estos chicos son como los bolos antes de empezar la partida. Ya les alcanzará la bola en toda la jeta, y se darán cuenta de que la orla no fue más que una broma de mal gusto, tan cruel como el primer impacto del mundo real.

No había caído yo en estos especímenes P5, ha sido una gran aportación.

Saludos Lord,


EK, M XI, Año 32

Themis dijo...

Querido L.B.:
(Sobre felicitarte por tu articulada prosa, mas lo hago.)
Las ceremonias de graduación son, a mi parecer, un resabio de las ceremonias tribales; yo he "disfrutado" tres,una de ellas en el claustro de la Ponti, ya te enseñaré la foto con beca y todo. A decir verdad, la de la ponti la tomé con naturalidad, para mi lo importante era despedirme de algunos de mis colegas del Máster, de salir con la "onu" casi en pleno, por última vez; y la de Venezuela fue prácticamente un dolor de muelas, hasta que me ví allí con toga y birrete (rayana en lo ridículo), junto mis amigos y familiares celebrando el haber terminado una etapa.
En fin, es un ritual, nada más y nada menos...

Anónimo dijo...

Recuerdo la ceremonia de entrega de la beca como una de las experiencias más rápidas de mi vida. Si no tuviera algunas fotos del momento, no me acordaría de ella. Fue algo rápido, que no me dejó huella, como un mal pol..
Eso sí; la beca es una Ballerina perfecta.

Fernando dijo...

Buenas Lord:

Partiendo de la base de que comparto contigo buena parte de las reflexiones del post, aunque no soy tan radical..., creo que te has olvidado de un factor fundamental para explicar el día de la graduación y todo lo que conlleva.

Ese no es el gran día de los universitarios, sino de sus padres que por fin observan orgullosos como sus hijos han logrado algo que muchos de ellos hubieran querido hacer en su momento y no pudieron, o simplemente como siguen sus pasos graduándose en la universidad.

Existe, en la edad aproximada de nuestros padres, una amplía corriente cuya principal aspiración vital era dar a sus hijos una educación y unas posibilidades superiores a las que ellos tuvieron incluso si eso suponía una vida de sacrificios encaminada a tal fin. El día de la graduación es un día de triunfo, fiesta y reconocimiento para los progenitores en mucha mayor medida incluso, en mi opinión, que para los propios estudiantes y creo que aunque nos guste más o menos el acto de marras es una satisfacción que en muchos casos, creo, que no debemos hurtarles.

Por cierto, es Gaudeamus Igitur, una canción bastante más profunda y trascendente de lo que parece, aunque dudo que casi nadie de los que se gradúa conozca profundamente su significado:

http://www.personal.us.es/alporu/historia/gaudeamus.htm

Anónimo dijo...

Debe ser porque yo no soy universitaria el hecho de que no valoro para nada serlo. Me irrita la gente que presume de haber ido a la universidad y tener un título. Está bien que hay carreras que necesitan de ello, como los médicos, abogados, etc. Pero hay las que no necesitan de ese título. Pero ir por la vida presumiendo de que eres universitario sin haber sacado provecho de tu título y solo usarlo para hincharte, es aborrecible.

Creo que me he líado. Ando un poco amodorrada. Es domingo...

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Ya no tengo blog pero aquí sigo fiel a ti. De momento estoy en una mala fase pero ya pasará y abriré de nuevo otro porque me apasiona escribir.

Te dejo un beso muy dulce. Con esa dulzura que me despiertas...

Yo... antes Guinevere. Pero la última ha muerto. La asesinaron cruelmente.

web master dijo...

De radical nada, cuanta razón llevan tus palabras. La graduación , actualmente, es una excusa más para comprarte un modelito nuevo (cuanto más escote mejor) y para pillarse una buena moña... y lo que surja.
Aunque la mona se vista de seda... ya se sabe.

Brithuss dijo...

Queridos Lectores y a pesar de todo amigos:

Veo que he desatado alguna controversia que otra, cosa que me alegra. Procuraré punturalizar

Kaiser&Raistlin: Querido compañero de armas, en cuanto a la chavala del escote y los tacones de aguja...Bueno, es tan largo de explicar eso de los deseos y las realidades con las féminas que creo que necesitaré un post aparte para tratar el tema. Respecto a los P5 no los desprecio a ellos, tan sólo en lo que los han convertido la maquinaria en la que nos sumergimos y la imbecilidad innata del ser humano. Como decía no sé quién "No saben lo que hacen" Pobres...

Themis: Como es natural y queda demostrado en tu caso, hay honrosas excepciones en las que se toma uno aquello como lo que es: Una reunión de despedida. Artificiosa, sí, pero agradable si se interpreta como es debido. Por cierto, si ya has pasado por tantas ¿No te aburren? Deberías poner una entrada en tu de por sí abultado currículo que rece: "experta en ceremonias" o a lo mejor "especialista en protocolo". Un saludo

Gallifante: Bienvenido a mi castillo, lo primero. Espero verlo a usted por aquí en más ocasiones. Lo de la ballerina creo que es excesivo pero lo de la ausencia de recuerdos reseñables apoya un tanto mis teorías. Gracias por la visita. A sus pies y vuelva pronto

Contemplador Azul: Bien, vamos por partes. Estoy deacuerdo y comparto al 100% todo lo que comentas del componente emotivo, familiar, de expectativas, proyecciones, ilusiones volcadas en terceros y realizadas, etc. Es cierto que en el caso de que mis padres hubieran mostrado algún entusiasmo al respecto habría pasado por el aro a pesar de que no me gusta nada el asunto. Ahora bien, de tus (nuestros) compañeros de promoción, ¿cuántos dijeron a sus papás LA VERDAD sobre su trayectoria académica, sobre lo que hicieron de provechoso durante cuatro años, lo que realmente habían aprendido, ...? ¿Sigo? Sabes que pertenecías a la terna de "excepciones" en excelencia de nuestra clase. Y aún sigues en la brecha, algo que admiro y respeto. ¿Dónde está el 80% restante? ¿El orgullo familiar se corresponde con la realidad? Quizás no es el marco adecuado para seguir con el debate. Mi mail está abierto para continuar si quieres.De todas maneras gracias por tu comentario. Viniendo de quien viene, es de tener muy en cuenta. Y también se agradece tu referencia al Gaudeamus. Como siempre tu enciclopédico saber e insidiosa curiosidad por todo me abruma. Un caluroso abrazo

Ginebra: Lamento tener que eliminar tu enlace de mi lista. Espero que regreses reforzada, esplendorosa de tus cenizas cual ave Fénix. Espero ansioso tu mail para no perder el contacto y que me cuentes detalles de lo sucedido y todo aquello que desees contarme. Por otra parte, gracias por tu inquebrantable fidelidad. Fortalece el ánimo y la creatividad. Respecto a lo que comentabas del artículo, estoy seguro de que un título NO HACE a una persona. Es más, siempre he defendido que la Universidad DEBE FORJAR PERSONAS, además de profesionales, aunque ni las instituciones educativas ni los alumnos parecen estar deacuerdo conmigo. Un placer saber que estás ahí apoyándome. Vuelve pronto. Un abrazo PD: ¡Escribeme ese mail, que me dejas sumido en la preocupación y la incertidumbre!

Elvira: Maravillado y agradecido de verla a usted en el apartado de comentarios. Espero que se convierta en una costumbre. Y si además, está deacuerdo con mis planteamientos... felicidad completa. Jejejeje. Gracias por pasar por aquí. Un abrazo afectuoso

Fernando dijo...

Hola Lord, no hay nada que discutir, porque yo simplemente exponía otra parte del "espectáculo" pero respecto al resto, mi nivel de acuerdo es muy alto.

A propósito de la la pregunta que me hacías y solamente a modo de curiosidad, decirte que la semana pasada se graduó la hermana de Pablo Martín, Cecilia, en Psicología y, por lo que me han contado, el discurso fue tremendamente revelador de lo que muchos han hecho durante la carrera, algo así como un gracias papis por pagarnos los botellones, las juergas, las resacas y las "fotocopias"; pero claro creo que, por respeto a los que han hecho algo más durante su época universitaria, como en el caso de Cecilia (que estaba lógicamente my enfadada) o simplemente por un mínimo respeto hacia los progenitores tampoco hay que contarles la verdad así de descarnada; supongo que cada uno se imagina con bastante grado de certeza lo que su hijo hace en realidad, aunque maestros del noble arte del disimulo también los ha habido siempre. Pues eso, sólo una curiosidad.
Pd. Gracias por tus inmerecidos elogios a mi vena estudioso-masoquista; cómo curiosidad también, la letra del gaudeamus la investigué justo la tarde de la graduación, no pensaba en cantarla para no convocar al dios de las tormentas, pero al menos si sentía la necesidad de conocer un poco más la letra y la historia de tan peculiar himno.

Un abrazo Lord y a seguir posteando.