
Durante unos minutos, los desprecié. Por su pose artificial, por su esnobismo apenas disimulado y por su más que probable desconocimiento de muchos asuntos realmente importantes de esta vida, esas perlas preciosas de las que Kapuscinsky podría darles algunas clases magistrales. De manera imaginaria, solté mi libro y mi bloc de notas, di un sorbo a mi te y, acercándome a la barra, junto a ellos, con toda la educación que permitía mi estado de crispación, les dije:
"Perdonen ustedes, estoy intentando leer. Aprender, para ser más exactos; y me molestan sobremanera su presencia, su mera existencia y, por encima de todo, sus apestosas vidas de clase media/alta, efecto colateral inevitable del estado del bienestar. Me importan un testículo – y gran parte del otro – sus peritos judiciales, las últimas exposiciones de arte a las que han asistido, los ligoteos en la sala del magistrado de turno o sus respectivos e infantiles escarceos nocturnos en el pub de pijos que esté ahora mismo de moda. Lo único que les pido es que se callen y me dejen leer en paz y, si son incapaces de permanecer en silencio, al menos, dedíquense al onanismo verbal con más privacidad, letrados. Por lo que respecta a un servidor, pueden ustedes introducir sus estupendas hazañas laborales e ingeniosos comentarios vociferados en cualquiera de sus orificios corporales. Con corbata de diseño incluida".
Cuando se me agotaban los improperios imaginarios y estaba a punto de desenfundar una Walter PPK, también imaginaria, para zanjar a las bravas mi monólogo, los despreciables especímenes apuraron sus cañas y abandonaron el café, por lo que pude regresar a mi lectura. Saboreando el conciliador silencio que dejaron a sus espaldas, retomé donde las había dejado – esperando pacientemente bajo una esquina de papel doblada – las impagables enseñanzas de uno de los más lúcidos y geniales reporteros del siglo XX. Sus certeras palabras aplacaron enseguida al asesino en serie que duerme agazapado en mi interior. Afortunadamente.
9 comentarios:
Ellos son así, que vas a esperar. Si al menos tratasen algún tema interesante serviría de desagravio, pero sus banalidades, por insustanciales y reverberantes resultan del todo indigeribles.
Somos de un país poco dado a calcular los decibelios que emitimos, es una desgracia más asociada a la idiosincrasia Nacional.
El esnobismo que viene es, si cabe, mucho peor que su precedente; ahora se retroalimentan de series de TV y películas de serie B, escasa lectura y ningún respeto al prójimo. Sufriremos en silencio, pero contraatacaremos armando la de dios.
Saludos, Lord
EK, M VIII, Año 32
Kaiser, soy consciente de que lo que viene es peor, si cabe. Pero me consuela saber que aún quedamos unos pocos rebeldes, preparados para contraatacar. No formamos una horda numerosa pero confío en nuestra fortaleza y resistencia. ¡¡Muerte a la cultura y a la sociedad basura!! Salud y buenos alimentos
L.B.
querido lord:
¿recuerdas el otro día, en encendida disquisición política, aquello de "coger una escopeta"? ¿Y recuerdas a nuestro amigo bramando aquello de "no respondo si me dejan a doscientos tíos armados bajo mi mando"?
Pues ahora compruebo, amigo lord, que nuestras imaginaciones, al fin y al cabo, llegando a ciertos límites de exasperación, no son tan dispares... Bendita sea la imaginación, que tanta adrenalina nos hace quemar, ¡gratis e inocuamente!
un abrazo
Imaginariamente también muchas veces saco mi escopeta para disparar a algún iletrado y del vulgo que me moleste. En el fondo todos somos unos asesinos en masa... y si no, por lo menos desearíamos serlo para acabar con los que sólo contaminan el planeta.
¿Porqué vas a leer a un café? No hay como la intimidad del propio hogar para "conversar" con el escritor.
...
Después de desaparecida, vuelvo con el impetú despierto :D
Mis reverencias, mi Lord.
Querido Brithuss:
Me da la sensación que uno de esos yuppies era uno de mis profesores o quién sabe si varios.(¡Aggr!, lo cual es indiferente porque esta clase de gente viene en serie, conoces a uno y los conoces a todos.)
Comprendo tu miedo a la sociopatía, máxime cuando una gran mayoría vocea sus banalidades; y
lo más lamentable, es que esos tres especímenes fuesen "juristas", ¿qué justicia y qué libertad nos esperán?
Queridos lectores y sin embargo amigos:
Themis:Probablemente no que creerá usted, pero al mismo tiempo que lanzaba mi desprecio como rayos láser, con todo el odio del que mis ojos son capaces, también pensé en usted. Y reflexioné sobre cómo es posible que personas que se dediquen al mismo oficio sean tan distintas. Por cierto ¿recibe usted clases de gentuza de este pelo? ¿No deberís ser al contrario? Esto corrobora mi percepción de que el mundo cada día está peor. En fin, un abrazo
Ginebra: Es un placer tenerla de nuevo entre los "vivos" y entre mis ávidos lectores. Se le ha echado mucho de menos. Espero no perderla de nuevo. Respecto a lo de la lectura en un café... En una ciudad universitaria como ésta, hay ciertos locales con aire bohemio donde las palabras parecen tener un sabor, un color diferente. También soy partidario de la lectura en la intimidad, entre sábanas, en un escritorio de cara a la ventana cuando llueve, pero la tarta de queso, el té aromático y cierta atmósfera de conocimiento e inquietud (y también juventud) universitaria, a veces me pierden. Un cálido beso de bienvenida y mis parabienes para la más hermosa de las guerreras celtas.
Salud y buenos alimentos para tod@s de L.B.
Tenías que haber pasado direcctamente a la acción (verbal) una prase exquisitamente educada y a un volumen bajo es, actualmente (y por su propia escased)más contundente por lo sorpresivo. Estamos preparados (y acostumbrados) a encarar gritos casi por inercia. Pero una buena intervención nos descoloca. Y a este tipo de gentecilla, más. Lo tengo comprobado.
Un abrazo mamutín. Qué grande eres!!
GROUCHO.
Hola!!!
Aqui estoy, sin demasiado tiempo libre pero encantada de leerte. Tus entradas siguen siendo tan estupendas como siempre, nunca me decepciona mi paso por aki.
Besos!!
Querido L.B::
Me gustaría creerle, por lo que le doy el beneficio de la duda.
Afortunadamente, ya no me dan clases aunque personas de ese estilo pueden juzgar mis trabajos de investigación; la vida es así como el tango: un cambalache.
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