12 septiembre 2006

Mírame a los ojos


Estoy decidido. Para quitarme las telarañas – y los kilos – estoy retomando la sana costumbre del paseo, antes de que el tiempo empeore. En una de mis caminatas más recientes me pasé por las afueras, cerca del río. En una explanada, pude comprobar que estaban instalando la carpa del circo. No sé si es el mismo espectáculo, que va pasando por todas las ciudades cada año, o que todos ellos tienen el mismo "original" y manido nombre de Gran Circo Mundial.
El despliegue de actividad era asombroso: Un enjambre de hombres y mujeres, de todas las edades y colores, correteaba frenético entregado a sus labores, entre los larguísimos listones de acero, los cabos enrollados como pitones dormidas, la inmensa carpa extendida sobre la arena y el serrín, las caravanas de los artistas, aparcadas perfectamente en línea como un trashumante barrio residencial y la desvencijada taquilla, con su friso luminoso de bombillas multicolores. Una ciudad nómada, con todos sus habitantes trabajando hombro con hombro para poner en pie al antiguo y moribundo gigante, al avejentado titán de la ilusión, las lentejuelas, las mallas de colores, los trapecistas sin red y el triple mortal hacia atrás. En el ambiente, como exótico hilo musical, una mezcla de lenguas de lejanas procedencias y el ronronear de algunas de las fieras enjauladas. Al parecer, todo tiene que estar perfecto para la primera función del mayor espectáculo del mundo.
En la parte trasera de la carpa, que poco a poco iba tomando forma, estaban las cuadras de los caballos. En ellas, pala en mano para acomodar el heno de los animales, había un joven con semblante serio – pensando en sus cosas o concentrado en lo que hacía – y un cigarrillo encendido haciendo equilibrios sobre el labio inferior. Le calculé entre los treinta y los treinta y cinco. Estaba en forma, tenia la piel bastante bronceada y el pelo castaño oscuro. Llevaba unos vaqueros desgastados y sucios, una camiseta raída que rezaba New York City y unas deportivas de tela que parecían haber dado la vuelta al mundo un par de veces. Supuse que era latino, porque cada vez que había una mujer cerca, de cualquier edad o aspecto, su lenguaje corporal y su actitud hacia ellas desprendía un estilo de Casanova trasnochado característico. Quizás italiano, pensé.
En un momento dado alzó la vista hacia donde yo estaba y nuestras miradas se cruzaron. Les puedo jurar que es de las miradas más tristes que he visto en mi vida. A pesar de la distancia que nos separaba, pude sentir su amargura, su tristeza, tan limpia y profunda que no soy capaz de expresarla en palabras. Aquellos ojos marrones estaban cargados de pena, de ciudades vistas pero no vividas, de desengaños, quizás de sueños rotos. Necesitaría mil líneas para describir todo lo que me transmitió aquella mirada en unos segundos. Al bajar la cabeza de nuevo, se interrumpió la conexión y cada uno de nosotros siguió a lo suyo. Me quedé con una extraña sensación, pero continué observando cómo el circo se vestía de largo paulatinamente hasta estar totalmente listo.
Estuve allí más de una hora, el público iba comprando las entradas y el perfume del algodón de azúcar y las palomitas se adueñaba de todo, así que ¡Qué diablos!, me dije. Compré mi ticket y traté de disfrutar de la primera sesión. No hubo ningún hechizo especial porque fue como cualquier tarde de circo, sin nada especial, la verdad.
Cuando salieron los payasos le vi. Bajo todo aquel maquillaje y la ropa estrafalaria estaba la mirada triste del joven de las cuadras. Me hizo reír, lo reconozco. Pero estaba en tercera fila y también pude ver perfectamente aquel lodo amargo tras la tramoya de risas, zapatones y caídas. Cuando ya estaba en casa de regreso, aquellos ojos marrones me tuvieron pensando en la cama hasta que me dormí y me di cuenta de que tenía que escribir sobre ello. Hoy, camino del videoclub, vi la publicidad del circo en las farolas. Allí estaba, Charlie Carletto, clown de clowns. En los coloridos carteles, caracterizado de payaso, sonreía. Pero sus ojos seguían siendo tristes.

11 comentarios:

Brithuss dijo...

Cumplidos del todo inmerecidos, aunque recibidos con algarabía. Espero que nos veamos pronto, a ver si nos damos un homenaje de esos que hace años que no nos regalamos. Un abrazo

L.B.

Cuando tengas una página en condiciones, haremos la publicidad suficiente de esa vocación tuya del motor (lo digo por aquello de "Copiloto") Salu2

Batsi dijo...

¿Sabés qué me ha sorprendido mucho? Que seas capaza de mirar a los ojos incluso a un extraño y que puedas descubrir lo qué hay en su mirada. No cualquier persona quiere y puede hacerlo. Joer, cada vez me impresionas más.

Este post es maravilloso. Tienes talento para escribir. Logras describir de manera tan sencilla cosas tan profundas.

Una reverencia, mi Lord.

Brithuss dijo...

Querida Ginebra:
Te has convertido, casi seguro en mi lectora más fiel. Es algo que nunca podré agradecerte lo suficiente, creo. Ten cuidado con esos halagos o acabaré creyéndomelos algún día (Jejeje) Me emocionó tu comentario y espero no defraudarte con mis posts futuros.
En cuanto a lo que comentabas de mirar a los ojos a un extraño, reconozco que es una manía que tengo que a algunos puede resultar incomoda, agresiva o incluso ofensiva aunque yo lo considero más como una muestra de respeto: si miras a alguien, que sea a los ojos, porque ahí reside el 90% de su alma. Pocas personas saben mentir con los ojos, además de con la lengua. Al payaso triste no pareció importarle, aunque no fuerno más de tres segundos. Un abrazo

L.B.

Pussy Galore dijo...

qué emoción, recuerdo el dia qu emi hermana me llevó al circo como uno de los mas divertidos de mi infancia.

LaReinadelosMares dijo...

Quizá muchos de nosotros tenemos una máscara de payaso (o de cualquier otra cosa) y cuando nos la quitamos no somos los mismos. Magnífico artículo, como siempre.


Un saludo.

M.Go dijo...

Yo tambien he decidido quitarme las telarañas...jaja! Pero he dejado los paseos y me he apuntado al gimnasio, cosa que no me vendrá mal!! El problema es que entre aquellas cuatro paredes jamás encontraré semejante inspiración como para escribir un post tan genial como este... Te felicito!!Me encanta!!

Besos!!

Batsi dijo...

Ya me cansé de mirarte a los ojos. ¿Puedo ya mirar a otro sitio?

¿Dónde andas?

Besitos y feliz semana

Brithuss dijo...

Hola Ginebra!!

Me alegra que te preocupes por mi paradero. No me he perdido, tranquila, sigo vivo y coleando. En breve daré señales de vida, no agonices de impaciencia. Besitos

L.B.

M.Go dijo...

vaya... ¿¿Has desaparecido???Espero que no...

Anónimo dijo...

A Lord Brithuss:

La destreza que se desprende de este texto para encadenar las palabras asombra a la vez que asusta, ya que con la pluma seguramente seas más mortal que cualquiera de las armas actuales, siempre que te lo propusieras. Afortunadamentes para todos, de momento lo que describes perfectamente es pensamiento, vida e historia. Y agradas.Larga vida, lord Brithuss.

Desde la Cancillería
Raistlin

Themis dijo...

¡Que hermoso!