09 octubre 2006

Con los pies por delante

Muchas veces, por multitud de razones y sin que ocurra nada especial, dejas de creer en lo que haces. Bueno, quizás no se trate realmente de que todo el chiringuito se te venga abajo. Simplemente pierdes un poco la fe y las nubes parecen ser un poquito más negras de lo normal.
Si te detienes a observar tu trabajo de manera objetiva, con un poquito de perspectiva, te entra el pánico y el estómago se convierte en un agujero negro tan profundo y peligroso como cualquier otro: Tu sueldo casi siempre es miserable, tus compañeros, lejos de compenetrarse y colaborar, se ponen constantemente la zancadilla para escalar posiciones a cualquier precio, por lo que tienes que andar esquivando puñaladas traperas cada media hora. A tu jefe, para tener el equipo completo, sólo le faltan el tridente y la cola puntiaguda. Su trabajo, podría hacerlo perfectamente un armario empotrado, seguramente con mejores resultados. Mientras te preguntas si eso de tener un contrato decente es una entelequia, tus artículos comienzan a parecerse sospechosamente entre sí y empiezas a creerte eso que te decía tu padre, de que como abogado hubieras tenido más futuro. Y de repente, cae uno de los tuyos. Y todo cobra sentido.
Anna Politkóvskaya trabajaba en el diario ruso Nóvaya Gazeta. Era conocida en su país por su talante crítico ante el mal uso del poder y por no achantarse nunca, algo que todo buen periodista debe tener en cuenta cuando una pequeña corriente eléctrica te recorre el cuerpo, desde el escroto hasta la nuca, y te dice: Ahí la tienes, esa es la noticia. El pasado fin de semana la mataron, justo antes de que se publicase su último reportaje, un auténtico trabajo de investigación – no lo que quieren vendernos aquí algunos charlatanes de feria – denunciando torturas perpetradas en Chechenia y otras repúblicas del Norte de Rusia.
Su muerte apesta sospechosamente a ejecución sumaria por razones políticas, si bien es cierto que hablo con las entrañas y no con el cerebro, pues desconozco por completo los detalles. A pesar de que el primer ministro ruso, Vladimir Putin promete una investigación a fondo para depurar responsabilidades, no tengo demasiadas esperanzas de que se llegue al final del asunto. Pensando en Ana, me acuerdo también de otros compañeros que se dejan el alma – literalmente – sobre el teclado, el visor de la cámara o el micrófono. Ya sea en Afganistán, Sierra Leona, Irak o cualquier otro país del mundo, casi a diario una bala con su nombre, un machete sin sentimientos o un cañón ciego, acalla para siempre una voz valiente. Y tan sólo por contarnos algo que "no debe saberse". Por eso, o porque unos imbéciles con corbata deciden, cómodamente sentados en sus despachos, que hay que empezar una guerra para enriquecer a otros imbéciles sentados en otros despachos.
Es entonces cuando me doy cuenta de cuántos regímenes totalitarios existen aún en esta bola de mierda flotante que llamamos Tierra, de cuántos gritos están amordazados y de cuanto asqueroso anda por ahí suelto – y no necesariamente tan lejos de casa, en un campo de batalla – deseando que le demos al pueblo pan y circo mientras sus bolsillos se llenan a una velocidad pasmosa.En ese momento tomas conciencia de lo importante que es tu granito de arena, ya sea en un pequeño medio local o en un gran imperio mediático. Y es también entonces cuando se van al carajo el armario empotrado, el contrato, el sueldo, los compañeros trepas y las ganas de dar una patada en la puerta y largarse. En ese preciso instante, levantas la cabeza y, con lágrimas de rabia en los ojos, te atas fuerte los machos y dices: Aquí estoy, cabrones. Hasta que el cuerpo aguante o me paréis los pies.

3 comentarios:

Batsi dijo...

Te entiendo muy bien. Ayer por la noche ví la noticia de la muerte de esta periodista en la televisión e igual me sentí tan impotente.

¿Sabés en qué mundo vivimos? No soy religiosa pero he estudiado y leído muy bien la Biblia y estos tiempos no se han cambiado en lo absoluto a áquel tiempo en que vivía Jesucrito. Para mi no es el hijo de dios sino un buen hombre que vivió con una conducta ejemplar. Su muerte fue también todo un atentado. Para lavarse la manos por no tener motivo para matarlo conspiraron contra él. ¿Y qué hacía la gente cuando le veían colgado del madero? Gritaban todos sedientes de sangre ¡al madero con él! ¡al madero con él! Ahora pasa lo mismo.

Se manda matar a alguién ya sea de forma escondida como se hizo con esta periodista (que otro motivo no me lo trago tampoco) o se prepara una guerra. Los malos quedan protegidos y siguen haciendo su vida normal. Y la gente sigue sedienta de sangre gritando por víctimas. Poder, ignorancia y estúpidez dominan este mundo.

Y todavía tratan de buscar vida en otro planeta. Mejor que no la encuentren. Ya es suficiente con jodernos la vida aquí en la tierra.

Este mundo me da asco... y es duro luchar cada día por encontrar cosas bellas.

Un beso impotente.

Brithuss dijo...

Querida gerrera:
Es verdad que escasea la belleza en este inmenso vertedero pero, a pesar de todo, siempre queda algo. Y por eso creo que cada "granito de arena", seas periodista, panadero, ganadero o farmacéutico es esencial. Los malos abundan y saben que llevan ventaja...¡¡¡PERO NOSOTROS SOMOS MÁS Y TENEMOS MÁS PACIENCIA!!! ¡¡¡VENCEREMOS!!!

L.B.

LaReinadelosMares dijo...

Querido Lord B. qué diferente es este periodismo que retratas de la basura que representa Jorge Javier Vázquez.

Hay que tener mucho valor para ser un profesional de este calibre. Sólo se puede decir, ante la muerte de esta periodista, que han conseguido dar más publicidad al asunto y que esperamos que la investigación saque a la luz lo que no pudo publicar esta señora.

Requiescat In Pace.